Final

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"-Por Teddy"

Julio 2007

El silencio se extiende por toda la casa, desde las habitaciones hasta el porche, pero sabe que Sirius no se dejará engañar, él puede sentir –casi que sabe– que ya hay alguien adentro. Esperando por él.

No se equivoca, la figura frente a la chimenea apagada está esperándolo, esa que acomoda cuidadosamente peones en el tablero de ajedrez mientras remueve a la reina con su mano libre. Ya no se asusta cuando Sirius entra a las habitaciones con la mano en el bolsillo –donde evidentemente sostiene su varita en caso de tener que usarla–, ahora sólo sonríe y muestra las palmas de sus manos juguetonamente.

—¿Qué haces aquí? —preguntó sonriente, sacando la mano de su bolsillo y acercándose con aire entre sorprendido y feliz—. Creí que volvías con tu padre, habría ido por tí, ¿cómo llegaste?

—Harry me trajo —respondió sonriendo pequeño—, le dijo a papá que la profesora McGonagall quería hablar con él, así que se quedó. Yo, mientras tanto, decidí esperarte para jugar una partida.

Sirius sonrió con ojos estrechos pero terminó por sentarse frente a él, del lado de las fichas negras.

—¿Aprendiste una nueva jugada? —murmuró con una ceja elevada, esperando el primer peón de Teddy.

—No especialmente —confesó con una sonrisa. Tres peones al frente, ojos cautelosos y dedos estáticos encima de las fichas—. Sólo quería pasar tiempo contigo —continuó en un susurro.

Se sabe observado por los ojos de acero, puede sentir la duda en el aire, casi podría escuchar la respuesta de Sirius –"No recuerdo haber recibido ninguna carta"–, pero no aparta la mirada del tablero. El pelinegro se deshace de uno de sus peones y endereza su postura.

—No escribiste por un tiempo —mencionó bajito—, creí que estabas bien. ¿Pasó algo malo?

—¡No! —se apresuró a decir—. Todo está bien, sólo...

No hace mucho cumplió 14 años, más de la mitad de su vida ha estado con Sirius y aún así no puede evitar comportarse como si tuviera tres años –como si todo le avergonzara–, aunque sea por una simple pregunta.

—Creí que no vendrías —masculló. Sirius sonrió de lado y negó.

—¿Por qué no vendría? —inquirió curioso.

Teddy esperó a que pasaran un par de jugadas antes de volver a hablar: —No sé, yo... papá escribió diciendo que no estabas en la ciudad y... pensé que no estaban bien, que ya... que ya no estaban juntos —dijo atropelladamente, se encogió de hombros y evitó mirar a Sirius—. Creí que por eso habías dejado de escribirme.

Sirius asintió lentamente mientras el juego continuaba, peones fuera, torres al frente, alfiles preparados, reyes en su sitio. Teddy tuvo la ligera sensación de que Sirius estaba buscando las palabras correctas, como si aún fuera un niño.

—Si estaba fuera de la ciudad —comenzó, mirando el tablero con una ceja elevada—, hace unos meses me ofrecí para buscar un par de artefactos oscuros para Harry, mis padres tenían un montón de esas cosas en casa así que, ¿por qué no? Me gusta ayudar a tu papá con la Defensa de Artes Oscuras, claro, pero... si te soy sincero, encontrarla y descifrarla es más interesante —rió sin gracia—. Jaque.

Teddy resopló y movió las fichas por inercia, sin realmente fijarse en dónde por observar los ojos de Sirius. Le gustan mucho sus ojos, son tan claros y al mismo tiempo tan oscuros, tan cálidos pero también fríos, serenos y maliciosos, Teddy ha intentado imitarlos muchísimas veces –a veces incluso inconscientemente–, pero nunca lo ha logrado a la perfección, parecen ser únicos en el mundo.

Otra Historia © [Wolfstar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora