IV

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Querido Odiel:

Hoy he vuelto a verte.

Estabas paseando de la mano con una chica hermosa, lo que no soy yo. Y sonreías, sonreías ampliamente entre carcajadas sonoras y besos a esa chica.

No sabes cuánto deseé en ese momento ser yo la única que probase las sonrisas de tus labios. Y, bueno, para qué mentir, aún sigo deseándolo como si cada aliento de mi vida necesitase esos besos para seguir bombeando sangre a mi órgano deteriorado. Como si, tú, fueras el único sastre capaz de remendar sus rotos.

Cartas a Odiel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora