Querido Odiel:
¿Sabes? Empiezo a pensar que el destino solo quiso, como mínimo, triplicar los pequeños añicos de los que estoy compuesta.
Quizás creas que es una tontería, pero, el que me dejara probar, tan solo durante unos minutos, lo que se siente cuando encuentras a una de esas persona salvavidas, me hace tener mono de esa sensación o, mejor dicho, de ti, pues eres quien la provoca. Me hace convertirme en ese adicto al tabaco al que le han prohibido fumar y al que comienza a temblarle el pulso cuando pasa cerca de alguien que lleva un cigarro en su mano mientras expulsa su humo. Me hace despertarme en medio de la noche, tras una pesadilla, deseando tenerte a mi lado para secar las lágrimas que surcan mis mejillas con la misma suavidad con la que te llevaste las gotas de lluvia aquella tarde pasada. Me provoca echarte de menos sin remedio.
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Cartas a Odiel.
De TodoQuerido Odiel: Ojalá algún día sea capaz de entregarte todas estas cartas en las que narro mi día a día añorando algo que nunca he tenido ni tendré, a ti.