Siete Magníficos

Capítulo 2: Un poco de Lin y Kya

Nota: Esto es aproximadamente seis meses después de que Lin y Korra se fueran a Zafou.

Lin se aferró a su costado, la sangre se filtró y manchó más su mano. Ella se hundió aún más en la silla. Con cada paso, su caballo se acercaba al pueblo, Lin tenía que apretar los dientes contra el dolor punzante. Era el final de la temporada de verano, más caluroso que el infierno, y Lin se estremeció ante un escalofrío que comenzó a filtrarse en sus huesos.

Ella había estado en un caso. Recibir un telegrama sobre un par de forajidos que habían causado problemas en Cantrell, matando a un hombre en el proceso. Lin había salido a buscarlos. Eran fáciles de rastrear, dos jóvenes arrogantes que pensaban que eran invencibles y que eran demasiado estúpidos para saber lo contrario, no se esforzaron mucho en esconderse. Los había encontrado escondidos en las profundidades de una cueva en las colinas que brotaban entre Cantrell y Sweetwater.

Los dos se habían negado a salir sin pelear y comenzó un tiroteo. Los cuerpos de los dos hombres se balancearon de su lugar atados al lomo del caballo de Lin. No se había propuesto matarlos, nunca lo hizo, pero cuando no se rindieron, decidió herir. Cuando se acercó al primer hombre que yacía sangrando por una herida de bala en la rodilla, el otro hombre disparó con suerte. Lin había sentido que la bala le atravesaba el costado, se volvió y disparó rápidamente en dirección al hombre. Al caer al suelo, muerto, el herido se lanzó a por su pistola. Lin le disparó justo cuando sus dedos se habían cerrado alrededor del mango.

Después de asegurar los cuerpos a su caballo, se montó y señaló al castrado de bahía hacia Sweetwater. Eso había sido hace dos días. Lin sabía que necesitaba atención médica, y Sweetwater estaba más cerca que retroceder de Cantrell, pero cuando el sol comenzó a hundirse el segundo día, Lin se preguntó si había cometido un error.

Lin palmeó a su caballo en el cuello y lo instó a seguir. Con dedos gruesos y torpes, tomó la cantimplora y se la llevó a los labios agrietados. Apenas tomó un sorbo cuando se le escapó de las manos y cayó al suelo. Sabiendo que no tenía la fuerza para montar una vez que se bajó, Lin siguió cabalgando, dejando que la cantimplora escurriera agua en la tierra reseca.

Se balanceó en la silla, su visión se oscureció. Su mente vagó hacia Korra, pensando en cómo la niña había crecido tanto en unos pocos meses trajo felicidad a Lin. El rostro de Korra desapareció del ojo de su mente y fue reemplazado por otro rostro. Una mujer hermosa y sonriente de piel oscura, ojos azul claro y cabello castaño. Kya siempre tuvo una forma de encontrar su camino a la vanguardia de los pensamientos de Lin. Cuando apareció Kya, la mente de Lin siempre repetía sus momentos finales juntos.

El suave toque de los dedos de Kya en la mejilla de Lin. Su pulgar rozó los labios de Lin, acercándola. El sabor de los labios de Kya cuando se encontraron con los de Lin. El constante martilleo de los corazones de ambas mujeres cuando Lin había puesto sus manos en las caderas de Kya, y el sonido del dulce gemido que había escapado de sus labios cuando las manos de Lin presionaron contra la parte baja de su espalda.

Lin pensó en Kya. A medida que el mundo a su alrededor se volvía más oscuro y silencioso, pensó en Kya y lamentó la forma en que se había ido. Lin cayó hacia adelante contra el cuello de su caballo y cerró los ojos. Mientras perdía el conocimiento, registró vagamente el sonido de cascos en la distancia.

Lin gimió mientras abría los ojos. Su garganta se sentía como si hubiera tragado papel de lija, y la luz de la ventana cercana le daba vueltas la cabeza. La incomodidad le trajo alivio, significaba que no estaba muerta. Al menos no todavía.

Con cuidado, tiró a un lado la manta que la cubría. No le molestaba el gran vendaje que envolvía su torso, ni le preocupaba el hecho de que estaba desnuda. Lo primero que le vino a la cabeza a Lin al darse cuenta de que su ropa se había ido, "¿Dónde diablos está mi arma?"