O2: mal día.

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La suave música clásica sonaba desde el pequeño aparato a una esquina de la habitación

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La suave música clásica sonaba desde el pequeño aparato a una esquina de la habitación.

Una habitación blanca, fría, vacía a excepción de la larga mesa y sillas que se encontraban en el centro, y algunos cuadros sobre paisajes completamente tétricos colgados en las paredes, un tanto alejados de las grandes ventanas que tenían sus cortinas, también blancas, abiertas.

Lo que más destacaba de esta grande y elegante habitación era el hermoso candelabro de cristales que colgaba sobre la mesa.

A un lado de la mesa, en la punta, se encontraba un hombre de traje. Una taza de café reposaba en sus manos, y sus sándwiches de fruta se encontraban intactos. El hombre miraba fijamente al chico que estaba en la otra punta de la mesa, alejado, una escena diga de una tétrica película de misterio.

El chico, a diferencia del señor que se encontraba en la otra punta de la mesa, llevaba algo tan simple como una camisa de seda y unos pantalones de vestir. Más casual, sin dejar de ser elegante.

Sus cabellos rubios perfectamente peinados, y un hermoso y largo pendiente colgaba en su oreja.

Parecía un ángel.

El joven tomó un sorbo de aquella bebida blanca, leche y galletas con chispas era su desayuno de cada día. Tan tierno.

—¿Por qué parece que tienes algo que decirme?—habló el hombre, sin quitar la mirada sobre el chico. El muchacho sonrió, golpeteando cuatro de sus dedos sobre el suave y fino mantel.

—Hace un día muy bonito hoy.

El hombre se levantó de su silla para ver por la ventana.

Todo parecía normal, su enorme patio se veía igual que siempre, las fuentes dejando salir el agua, el pasto bien cortado. Todo perfecto.

—Me gusta la armonía, el orden...—Jimin se levantó de su asiento con cautela. Era impresionante la forma en la cual el chico se movía sin ser escuchado, silencioso, ni siquiera teniendo botas con tacón lograba sentirse su andar, sigiloso como una serpiente, parecía arrastrarse por el suelo.—Pero últimamente, algunas cosas me atormentan.

Posándose al lado de aquel hombre que no dejaba de ver hacia afuera, siguió hablando.

—Cuando algo me atormenta me siento en peligro. Como si todos aquellos muros que se suponen deberían protegerme, estén hechos de cartón.—murmuró—Y hoy, el día está bonito, pero pronto lloverá. El cartón mojado se derrumba, se deshace, y yo ya no podré protegerme.

El hombre escuchaba atentamente todo lo que el chico decía, como si le encontrara verdadero sentido a todas aquellas divagaciones.

—¿Vas a esperar a que llueva?—el de rubias hebras miró al mayor—Si algo te atormenta a tal punto de sentir que estás en peligro, deberías encargarte.

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⏰ Última actualización: Dec 09, 2020 ⏰

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angelical ; jikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora