Anya y Edward (2) ➳ La vecina de Bella Swan

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Contenido +18. Se recomienda discreción

Anya mantuvo los ojos cerrados hasta que las cerdas suaves del pincel dejaron de moverse sobre sus párpados. Al mirarse al espejo, le encantó que su rostro pareciera natural a pesar de que había pasado la última media hora sentada frente al tocador de su habitación.

―Quedó precioso, Alice. Muchas gracias.

La inmortal sonrió.

―Aún no está listo. Te pondré el labial rojo cuando sea hora de partir. ¿Cómo estás? ¿Quieres beber algo o comer?

―Estoy bien. Comienzo a sentirme nerviosa. Supongo que es normal en este caso.

Rosalie se acercó cargando una caja grande blanca envuelta con un lazo dorado.

―Anya, aquí traigo tu primer obsequio de bodas ―dijo la rubia colocó la caja sobre la cama.

Anya se puso de pie y ajustó el nudo de su bata de seda antes de acercarse. Se dio cuenta de que ni Rosalie ni Alice le quitaron los ojos de encima a medida que daba los cinco pasos que la separaban de la cama.

Su vientre redondeado podía cubrirlo con ambas manos por lo que no tenía dificultades para andar. Aún así todos estaban pendientes de sus movimientos. Ya le había dicho a Edward que encontraba exagerado el cuidado de sus futuras cuñadas y él había prometido comentarlo con sus hermanas.

―¿No debería esperar para abrirlo con Edward? ―preguntó Anya al sentarse junto a la caja.

―Es su regalo de bodas para ti ―declaró Alice.

Anya deshizo el lazo y sacó la tapa. Dentro encontró papel picado colorido y rebuscó hasta encontrar una caja rectangular forrada con cuero negro. La sacó y la colocó sobre el colchón. Al abrirla, encontró una cámara fotográfica igual a la que había perdido en el estacionamiento del instituto. En la correa negra estaba bordado el nombre "Anya Masen".

La pelirroja tuvo que parpadear repetidas veces para no arruinar el maquillaje con las lágrimas.

―Aquí tienes la tarjeta ―dijo Rosalie pasándole un sobre blanco.

Anya quitó la tarjeta y sollozó al terminar de leer.

Más que un obsequio nupcial, este es el pago de una deuda. Sé que cuando viste tu cámara destruida en el asfalto pensaste que tus sueños se habían terminado. Como tu marido y compañero de vida te prometo que lucharé a tu lado para que los alcances todos y cada uno, y seré el más orgulloso cuando eso ocurra.

Con amor, tu Edward.

―Lo siento, Alice ―se disculpó Anya al sentir que las lágrimas bajaban por sus mejillas.

Alice se acercó con un pañuelo de papel y la ayudó a secarse el rostro.

―No te preocupes, usé maquillaje a prueba de agua. A Edward le gustará saber que te encantó su regalo.

―Espero que mantenga su sentido del humor cuando reciba el mío ―contestó la pelirroja.

―¿Qué le compraste? ―preguntó Alice.

―Un reloj bañado en oro. Tiene un pequeño compartimiento que funciona como pastillero porque, bueno, ya saben, tiene más de noventa años.

―Le encantará ―aseguró Alice―. Pondrá allí tu fotografía y la del bebé.

* * * * * *

Anya miró con ojos vidriosos como la sortija dorada se deslizaba por su dedo y contuvo un sollozo cuando Edward inclinó la cabeza para depositar un beso en su dedo.

ONE SHOT - CrepúsculoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora