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Después de largos meses llorando he inevitables noches preguntándome que hice mal. Después de mucho tiempo estando enojada con el mundo. Descubrí que no lo extrañaba a él.
Ni sus sonrisas, ni sus promesas.
Ahora extrañaba el camino que podría haber tomado si no lo hubiese conocido, si la química inevitable no hubiera surgido. Después de un largo tiempo sigo asustada, sigo llorando, sigo sanando. Después de un largo tiempo he podido entender que llorar me hace sentirme feliz, que estar sola en casa me llena de dicha, que correr por las noches no es tan malo y que un nuevo color de cabello hace que me sienta diferente.
Después de un largo tiempo sigo molesta, sigo odiándome.
Después de un largo tiempo puedo verme, diferente y más joven, pero ya no consigo aferrarme a ese camino grande y pavimentado, ahora camino por uno más pequeño, más privado retomando planes, sonriendo como tonta por viejos recuerdos. Después de un largo tiempo, aún no tengo una sonrisa en la cara todo el tiempo, pero si el pelo enredado por reírme de mi día mientras tallo la vajilla. Después de un largo tiempo, sigo tendiendo la ropa llena de pelo de gato, reconfortante y presente. Después de un largo tiempo me permito bailar y llorar con la música de cantantes que no saben que existo. Después de un tiempo, comprendo que odiarme a mi misma esta mal. Después de un tiempo, comprendo que, aunque mi empatía es alta y latente, yo misma soy importante.
Después de un tiempo comprendo que si me quiero a mí misma.
