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¿Hay algo peor que filosofía un lunes a primera hora? 

Que el profesor no haya llegado y tú estés en clases sabiendo que podrías haber dormido una hora más. 

Encima no es como si pudiera dormir sobre mi mesa porque mis compañeros parecían haberse bebido ellos solos un garrafón de Red Bull. ¡Qué son las ocho de la mañana! Por favor, parad o muerdo a alguien.

Se supone que en estos casos, nosotros por voluntad propia deberíamos estudiar y adelantar tareas pero, ¿me veo yo como alguien que haría eso sin una pistola en la sien? ¿O sin mi madre repitiéndome tras la espalda que necesito saber dividir entre tres cifras para un futuro mejor?

Jimin se veía tan concentrado en lo que se suponía que debería estar haciendo yo también que decidí ignorarlo y ponerme los auriculares. Si no iba a dormir, al menos podría perderme en mis pensamientos y en todo lo sucedido. No es como si no hubiese tenido todo el fin de semana para replantearme mis ideas con respecto al pulgarcito a mi lado. Todo estaba siendo confuso, rápido. Eso sin contar la serie de eventos vergonzosos que me habían sucedido en menos de 5 minutos frente a él.

¿Esta iba a ser la manera en la que tendría mi primera experiencia cercana a las relaciones con otro ser humano lejos del círculo familiar? La idea de que puede que sea un hombre el que me altera no me parece tan mala salvo el hecho de que tenía que ser Jimin. ¿Por qué? ¿Por qué no pudo ser otra persona? Alguien que no me haya visto hacer el ridículo, por ejemplo. 

Mi mano fue hasta mi cuello, casi de forma inconsciente, al recordarlo. ¿En serio tenía que darse cuenta el amigo de este tipo? ¿De todos en el mundo? Seguro chismearon sobre eso cuando estuvieron solos. Pero lo peor seguía siendo que no se me iba la marca. Menos mal mi madre tenía maquillaje. Sí, me metí en su habitación como un vulgar mapache que roba comida de la basura para poder taparme esa cosa. Mal tapada, pero al menos de lejos no se notaba.

Entre canciones, pude escuchar como Jimin se estaba riendo. Intentaba disimular, pero no se escapó a mi visión periférica su cara de tonto. ¿Y ahora qué le hacía tanta gracia?

—En su momento nos asustamos, pero ahora nos podemos reír.

—Pues yo me reí al verlo aterrizar en su cara.

La pequeña manada de primates estaban reunidos en las mesas delanteras cuchicheando a voces. Maldición, sé de lo que hablan.

Cuento corto: el año pasado hubo algo así como unas olimpiadas entre escuelas. Y como ser nada deportivo, esta gente tuvo la genial idea de ponerme el último en la carrera de relevos. Los peores estrategas de la historia. En fin, que me caí y encima de cara. Pero mi cara resultó ilesa, no como mi dignidad, que se quedó para siempre tatuada al suelo junto con mi sudor.

—En serio, deberíais superarlo. —Hye Min hizo acto de presencia con... ¿un rulo en su flequillo? —Al menos JungKook consiguió ganar la carrera. Los demás no fuimos capaces de llegar ni a un mísero tercer puesto.

—¡Jimin! ¿Tú participaste, no?

—¡Sí! ¡De eso me sonaba tu cara!

Así que de eso se reía Jimin: de mi persona y a mi costa. ¿Muy divertido burlarse de alguien que sufrió un accidente a su integridad? Hye Min tenía razón, al menos gané algo aunque me haya costado mi orgullo en su momento. Lo único bueno que saqué de ahí es que me hice famoso como un chico torpe y guapo. Del tipo adorable. ¿Gracioso, verdad?

Orgullo vs OrgulloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora