Tercera Carta

256 21 7
                                    

Noviembre 6 de 1996

Querido Roberto:

Viernes.

Por fin viernes.

Nos hemos quedado fuera del salon.

Todo estaba cerrado.

Nos sentamos en unas escaleras.

Te has sentado a mi lado.

“¿Por qué no hablas?” dijistes.

“No se que decir” respondi.

Sonreiste, fue una sonrisa burlesca.

Me he sonrojado.

¿Qué pasa conmigo?

¿Estoy hablando?

Y hablando contigo.

¿Qué me has hecho?

Era hora de irnos.

Te has despedido de mi besando mi mejilla.

Pude persivir el fuerte olor de tu perfume.

Delicioso aroma que quedara grabado en mi olfato.

Te has ido y me dejas aquí sin ninguna respuesta de ¿Cómo pudimos hablar tanto esta noche?

Cartas a un desconocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora