Segunda Carta

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Octubre 30 de 1996

Querido desconocido:

Nos volvemos a encontrar.

Un viernes más y no puedo esperar al otro.

Estabas en aquel salón y sonreías mucho.

En ciertas ocasiones tu mirada y la mía chocaban.

Todos hablaban, yo estaba muy callada sentada en una silla.

Te acercaste y tomaste una silla para sentarte a mi lado.

Mi corazón latía muy rápido.

No sabía si ibas a hablar conmigo.

Y fue ahí donde preguntaste mi nombre.

Me sonroje.

Tartamudee mi nombre.

Luego tú dijiste el tuyo.

“Roberto” ya no eras un desconocido.

Extendiste la mano para que yo la estrechara.

Lo hice, y tus manos estaban heladas.

“Tus manos están calientes” me dijiste.

No sabía que decir.

Te levantaste de tu asiento.

Ya te ibas y yo aún no sabía que decir.

Me sonreíste y saliste del salón.

Cartas a un desconocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora