Capítulo 1.

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Florence estaba sentada en su ventana escuchando los gemidos de una prostituta con su padre. Ella tomó sus zapatillas viejas y gastadas, se las acordonó y se sentó en la ventana.  Esperaba que el reloj marque la nueve en punto para que Ashton se siente en la ventana de su pieza y así ella pudiera observarlo.  Nueve en punto tenía a su vecino a tan solo metros de distancia. Ella sin saber que él esperaba lo mismo cuando lo vio no sonrió ni nada, sólo lo observo. Ashton tomó una hoja y un lápiz, en su hoja escribió, “¿Cómo te llamas?”. Ella no le contestó ya que no tenía nada para contestarle. Sus mejillas se ardieron cuando vio que él tenía interés en su nombre.  Este al ver que ella no contestaba se fue de la ventana, bajo las escaleras y salió de la casa. Se dirigió al costado del garaje donde  Florence podía verlo. El sabía que ella también quería verlo más de cerca y le grito “baja si queres, no muerdo”. Florence lo dudo un minuto, pero cuando escucho los gemidos de la prostituta más altos abrió suavemente la puerta de su habitación, se arregló el cabello con los dedos como pudo y sin hacer ningún ruido salió de la casa. Una vez afuera miró para todos lados. Era una noche fría de invierno y la calle estaba desierta. Ashton se cansó de esperarla y también dirigió a la puerta de su casa, donde Florence estaba parada a metros. Ella lo esperaba ahí porque claro no iba a entrar a la casa de un desconocido.  El se le acercó y le habló por primera vez.

-¿Me vas a decir cómo te llamas? – preguntó inquieto.

- Florence- soltó con una tímida voz.

-¿Mi nombre no te interesa? – preguntó Ashton.

-Si, claro que si.

-Ashton, un gusto –extendió su mano lleno de educación.

-Un gusto – contestó temblorosa.

- ¿y? ¿a qué escuela vas? – preguntó por preguntar.

- A ninguna – respondió con naturaleza.

Él, sorprendido, la miro de arriba abajo. Notó su descuido. El padre de Florence comenzó a gritar su nombre furioso.

-Disculpa, debo irme – se despidió.

-No hay problema – el sonrió - ¿te espero mañana  aquí?

-Claro – ella soltó una sonrisa de oreja a oreja.

Florence entro corriendo a su casa, la prostituta estaba con la bata de su madre preparándose un té en la cocina y su padre la esperaba en la sala sucia.  Ella lo miró temblorosa, Oscar se puso de pie.

-¿Dónde estabas pendeja inquieta? – preguntó furioso.

- Fui a tomar aire – mintió. Si su padre se enteraba que estuvo con un chico le daría una paliza.

-Mientes, nunca sales de esta casa. ¡¿Quién manda en esta casa?!

-Vo-s-s papá- respondió temblorosa.

-¡¿Y qué haces vos?! – se quito en cinturón de sus pantalones a medio abrir.

-Obedezco - Florence estaba derramando lágrimas de terror.

- No tienes idea delo que me cuestas y encima te escapas – sonrió – creo que es hora de que te vayas Analia – se dirigió a la mujerzuela – mi hija y yo tenemos que hablar.

Florence dijo “por favor” en voz muy baja cuando Analia le paso por al lado para salir “por favor, no me dejes con él” pero a ella no le importó.

-¿Qué pedís por favor putita?- le dijo el padre a su hija cuando la mujerzuela se fue - ¿no ves que no le importa a ella? Vos sos la que hace todo mal –la agarro del brazo con fuerza -¿qué te fuiste a hacer? ¿A ver un chico? ¿Eh? –se paso la lengua por el labio superior- Acá  el único hombre de tu vida soy yo, ¿entendiste? – agitaba el cinto.

-Si papá - Florence ya estaba llorando.

-Creo que te falta una paliza para que lo entiendas.

-No estaba con nadie papá.

-¡Mientes!

Un cintazo voló por sus piernas.

-¡¿Con quién estabas?!

-¡Juro que con nadie!

-¡Mentira! – y la golpeó con el cinto otra vez.

Florence cayó al suelo. El padre se agachó y se bajo los pantalones.

-Mira Florence, todo esto es tuyo. No necesitas de nadie más –le decía relajado- Tócalo, dale tócalo.

Florence se resistió, pero el padre le dio otro cintazo en la cara. Ella rendida extendió su mano derecha hasta la entrepierna de su padre para masajearla.

-Muy bien – decía él – que rico es eso. ¿Ves que no necesitas de nadie más?

-Si papá- respondió llorando. Él acarició el rostro de su hija.

- Muy bien, ahora con más fuerza.

Ella apretaba el pene de su padre con más fuerza.

-Sh, es nuestro secreto, ¿no´? Vos no le contas esto a nadie y yo no le digo a nadie que sos una putita, que te escapas, que me mentís. Si un juez se entera de todo eso nos van a separar y vas a vivir en la calle, ¿vos querés  eso o que queres vivir acá conmigo?

-Quiero vivir con vos –contestó temblorosa.

-Muy bien. Déjame acabar y podes ir a dormir.

Florence masajeó la entrepierna del padre para que el no la golpeé más hasta que este eyaculó. Luego se recostó en su cama, sin llorar ni quejarse. Dejo que el sueño la inunde y se durmió profundamente.

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⏰ Última actualización: Jan 29, 2015 ⏰

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