✨ dos.

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Emilio se encontraba en su ducha, con un vibrador, cuyo color era rosa pastel, muy bonito a su parecer. El cual vibraba y estimulaba de una manera lenta la entrada del pequeño Geller. Sus labios estaban húmedos e hinchados, de los cuales salían largos gemidos y suspiros que se perdían en el sonido del agua cayendo. No tardó en excitarse mucho, puesto que al agarrar con sus dos manitos aquel artefacto, pensó automáticamente en el miembro que podría tener Joaquín. Y con solo verlo en su imaginación, juraba que su piel ardía, y le faltaba el aire.Eran las 15:00 cuando entró a ducharse. Y ahora eran 15:15.

— ¡ah! Dios, ¡sí, justo así!

Joaquin quién ahora mismo había salido rumbo a la casa de su mayor, caminaba con ciertas dificultades. Puesto que después de la llamada con Emilio, escuchar su voz tan suave y ronca, pronunciando su nombre, suspirando a través del maldito celular, solo con esas pequeñas cosas, su pene no dejaba de palpitar debajo de sus jeans negros, que por cierto, disimulaban su pequeño gran problema. Pero se hartó, lo iba a dejar así. Antes de salir, mínimo unas tres veces tuvo que masturbarse para volver a la normalidad, que ahora es nula.

Sólo es un problema que todos los hombres tenemos. Sólo eso.

Joaquín no vivía lejos de Emilio, para ser precisos. Sólo tres cuadras, tres cuadras largas que ahora mismo le venía bien. Caminar y tratar de relajar su excitación y erección. Causada por su mente hueca, quien solo producía imágenes de cómo Emilio podría estar bajo su cuerpo, sintiendo hasta la más mínima cosa. Gress tomando el mando de la situación y su mayor siguiéndole a él.

Obedeciéndome.

Joaquín gruñó, frustrado por todo.

Sin darse cuenta, estaba abriendo la puerta con la lleve de repuesto que su hyung había hecho sólo para él.

Siempre le gustó la casa del mayor. Era grande, para alguien que vive solo con su perrito. Al entrar te encontrabas con una sala de estar, con pisos de madera pulida y de color miel, según Emilio, que relucía perfectamente. Con un espacio considerable, para tener un sofá de tres plazas, color beige.

Sí... amo ese sofá.

Muchas veces, se sentó con el mayor, y este acunando a Emilio en sus brazos, mientras veían series o películas. Con Canela y Nabila Geller, al lado de sus padres. Emilio se encargaría de darle caricias al cabello de Joaquín, y el menor sonriendo complacidamente, con Emilio escondiendo sus sonrojos por tal cercanía. O cuando el mayor no le prestaba atención y el menor comenzaba una guerra de cosquillas, provocando aquellas dulces y tiernas risas de Emilio y su rostro complemente rojo por falta de aire o porque simplemente estaba enojado. Al terminar seguramente Emilio le hubiera
dado a Joaquín un golpe en la cabeza con su ceño fruncido, pero al ver la carita que el menor solía poner, lo estaría abrazando y besando su cabeza sutilmente.

Y por eso Joaquín amaba a Emilio.

Amaba el hecho de que sólo él podría hacerlo cambiar de opinión sólo para que Joaquín este cómodo y feliz. Y no por el hecho de que el rizado solía darle cosas materiales algunas veces. Sino por el hecho de que si Joaquín precisaba un abrazo o una noche de películas sólo para llorar por algo, Emilio solía estar siempre, esperando y velando por él. Sosteniendo su mano mientras le decía lo importante que Joaquín era para Emilio. Y viceversa también.

Cómo cuando a Emilio le rompieron el corazón por primera vez, un tal Eduardo, el castaño estuvo toda esa madrugada besando la cabecita de Emilio, mientras este hipaba y se aferraba a los brazos del menor. Joaquín lo abrazaba con fuerza, brindándole su calor y cariño, y esa noche, ambos durmieron abrazados por primera vez. Y Emilio durmió por primera vez en toda una semana: tranquilo.

꒰ hyung te necesita ꒱. emiliaco. ✧ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora