。゚・𝑵𝒐𝒕𝒂 𝒖𝒏𝒐 ✉

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Querida señorita de rebeldes rizos otoñales...

Somos compañeros de clase y es una verdadera fortuna que en mi primer año de bachillerato haya encontrado a alguien como tú, debido a tus cualidades tan arraigadas y tuyas, un sentimiento despertó de los laureles que mantenían presas tales emociones.

Y  allí recuerdo aquella primera vez, te vi entrar al salón tarareando. El sonido de tu dulce voz desconcentró mis sentidos, así que, sin poder seguir con la lectura que mantenía, admiraba a la causa de mi ofuscar; porque parecías una llamarada de energía y al sentarte junto a una chica de lentes circulares esa característica de energía desbordante se acentuó en demasía, ya que, con los ojitos achinados sonreíste para ella y alegre cuál infante hiciste que mi ser solo pudiera ser objeto de tu adoración desde ese momento y hasta ahora. El momento en que escribo para ti pero al mismo tiempo para mí.

Y mientras divago entre pensamientos recuerdo más cosas que he notado sobre ti, eres amable, si pudiera describir la amabilidad en una palabra esa sería Emma. El vivo sinónimo de amabilidad y sus derivados, como ejemplo, por si dudas de que es así o crees que exagero, en mis memorias está demasiado claro el día en que con mirada decidida no lo pensaste dos veces al instante de compartir tu comida con un pequeño niño que con sus diminutas manitas al aire te lo pedía y al final regalándole algunas golosinas te marchaste ampliando tu lista de amigos en este mundo. 

Y en verdad eres objeto de mi admiración, por eso y más.

Al comienzo pensé que sería una bobería escribir sobre mis pensamientos hacia ti y heme aquí ahora mismo, pensando en que fue lo mejor haber usado esa libreta exclusivamente para esto. Porque si no hay valor que crezca dentro de mi para dirigirte palabra además de un ¨buenos días¨ Prefiero expresarme en algún lado, pues seguramente podría desfallecer de sobredosis de azúcar de no llevarlo a cabo.

En un mundo como lo es academia Grace Field tú eres quien tiñe de color amarillo cada sitio que visitas.

Permanecía reflexionando eso, esa precisa frase, supe que encajaba cual anillo al dedo con respecto a ti y al parecer una risilla de un loco enamorado salió de mi, pues mi madre entró a la habitación en ese preciso instante, casí lee la cursilería de cosas que escribo sobre ti. Solo me alivia que gracias a mis calmados dotes actorales fui capaz de pasar desapercibido; aunque mi salvación pudiese darse por un sólo pelo no quería que, ni ella, ni mi hermano Oliver supieran todo eso.

Porque prefiero que si alguien se entera del contenido de este libro, seas únicamente tú, la dama que desata emociones tan intensas que desconocía de mi mismo.




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Notas de un chico enamorado | [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora