。゚・𝑵𝒐𝒕𝒂 𝒅𝒐𝒔 ✉

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Querida señorita de rebeldes rizos otoñales...

Es la segunda vez que escribo aquí. El lugar en donde mis sentimientos permanecen siempre libres, solo esperan el momento para poder llegar a ti.

Venía con la intención de narrar un sueño que tuve, en donde la co-protagonista como preeverás eras tú. No voy a negar que aquello me extrañó demasiado, porque eres el primer amor que ha aparecido en mis sueños, y justamente aparecías con la sonrisa de plata, con esa que es capaz de hacerme replicar el mismo gesto sin siquiera haber sido yo la causa de tu dicha.

Aquel lugar semejante a un paraíso en donde mi mirada no podía observar hacia otro lugar que no fueran unos luceros verdes. Verde esmeralda y el verde que con añoranza pido me mire, aunque sea por un sólo segundo, únicamente a mi.

Es entonces cuando el paraíso se convierte en prisión, en donde mi mirada se despega de la tuya y todo se vuelve densamente nublado. Los luceros verdes se apagan. Y sientiese poco a poco la garganta seca, luego áspera y finalmente como un fuerte nudo que con el paso de los minutos fuera adueñándose de mi voz. 

Quedando como resultado en completa oscuridad y en un limbo tenebroso.

Luego de lo que pareció un siglo o dos logré despertar al fin. Pero aquel sentimiento de pérdida se quedó incrustado durante algunos minutos más, minutos en los que caí en cuenta de que ya no estaba en ese mundo paralelo.

Suspiré extasiado, quizá en ese mundo por no actuar rápido te perdí, y aunque sé que estoy al comienzo contigo no puedo negar que también temo que pueda hacerse realidad. 

El sentimiento fue pasando y pude recuperarme del amargo sabor de boca que el sueño me propinó. Fue entonces cuando me di cuenta de los dos ojos carmesí que tenía puestos encima. 

Los de mi hermano Oliver. Su mirada al inicio parecía de preocupación, pero luego, se transformó en burla total y solo atinó a soltar unas risas burlescas para después dirigirse a traer un pequeño espejo en donde me mostró dos ojeras enormes que señalaban lo poco que pude dormir.

Estaba de más, y sobraba mucho, pero aparte de todo me otorgó el apodo de mapache y salió riendo más fuerte que nunca.

Aveces desearía que tu futuro cuñado tuviera una habitación a kilómetros de distancia de la mía...




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Notas de un chico enamorado | [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora