Capítulo I

25 5 0
                                    

La música y la risas se escuchan por todo la habitación.

Hombres elegantes enmascarados jugando cartas o charlando el los lujoso muebles, acompañados de hermosas mujeres.

Para cualquiera se vería como una fiesta de celebración común de personas de alto poder, pero la realidad es otra.

Los hombres aquí solo vinieron a este lugar solo por una cosa.

La subasta.

Donde hombres de poder pagan millones para tener una o más noches de placer con su anonimato asegurado.

Donde las drogas y el alcohol son servidos como dulces en una fiesta de niños.

Luego Estamos las mujeres.

El dinero fácil es el motivo por la que algunas mujeres están aquí pero luego están las otras.

Cómo yo,ellas no tuvieron elección y fueron obligadas a estar aquí, vendidas o secuestradas y alejadas de sus vidas para siempre y retenidas por medio de amenazas.

Pero el ser humano está hecho para soportar dolor y adaptarse a las peores situaciones,bueno,eso es lo que dicen los libros.

Pero solo hablan del dolor fisico,no dicen nada del dolor emocional y la agonía que es sufrir al pasar de ser dueña de ti misma a qué otro sea tu dueño,que te tire a manos de hombres asquerosos que se divierten verte llorar.

Para ellos somos como las flores, hermosas y frágiles que puedes tomar con libertad y tirar cuando sus pétalos empiecen a morir.

Al final hay más flores de dónde elegir.

Algunas no soportan el dolor y deciden dejar de sufrir otras nos convertimos en un cascarón lleno de odio y sed de venganza.

La sed que nos motiva a aguardar en silencio hasta que sea el momento indicado para sacar los dientes.

Al final el Karma es una perra sedienta de sangre.

Y esa es la razón por la que me encuentro sentada en un gran sofá recibiendo miradas asquerosas de viejos verdes.

Tomo de mi copa de vino para evitar una mueca al viejo gordo que me mira las piernas desde el sofá de enfrente.

Lo bueno que el imbécil de Gío pudo hacer fue crear reglas para el bienestar de su "mercancia".

Noten el sarcasmo.

Para poder entrar tiene que pagar una alta cantidad de dinero para convertirte en miembro y seguir dicha reglas si no quieres ver consecuencias.

La primera es simple nada de toques y ni manoseo antes de la subasta.

Y la única en realidad.

Reajustó mi máscara y me levanto del sofá ya cansada de la mirada pesada del gordo morboso, y para evitar que encuentre lo que está buscando.

Mi marca.

Y otras de las razones de la cuál estoy aquí.

Somos diez chicas con flores asignadas.

Cada chica tiene una flor tatuada en el tobillo izquierdo y otra en el hombro derecho.

Antes de la subasta se supone que los hombres tiene que ver la mercancía y buscar su marca en ellas, para poder pujar por ella en la subasta.

Diez Mujeres,más de cien hombres todas las noches y solo el que puje más podrá ganar una anoche o varias si él dinero es suficiente.

La mayoría regresa por más luego de la primera noche y siempre están los nuevos miembros asi que las ofertas abundan y dejan a Gío feliz todas las noches.

Pero de nada sirve ocultarse,como dije los clientes siempre vuelven por más.

Me siento en unos de los Bancos frente al bar en dónde el bartender sirve las copas en las bandejas de los camareros.

Miro todo el lugar decorado con colores negro y rojo y uno que otro toque de dorado.

Hay una mesa de black Jack , las traga monedas,hasta hay un escenario en donde la subasta comienza.

Como todas las noches la subasta se realiza en unos de los hoteles extravagantes que Gío Siempre elige.

Esta vez le tocó al Meep Plaza con su peculiar temática de las Vegas y sus cacinos.lo único que faltan son las bailarinas y Sería como estar en realidad en la ciudad del pecado.

Cuando la subasta comienza las mujeres somos enviadas a la mansión para prepararnos a la llegada del cliente.

La mansión Silver se encuentra a las afueras de Boston y posee una extensa cantidad de terreno lejos de la siguiente casa vecina.

Para muchos en una mansión de un viejo rico pero en realidad la mayoría la conoce por lo que es,un prostíbulo para gente adinerada.

Termino mi copa de vino y lo dejo en la pulida madera de la barra,he escuchado que algunas de las chicas prefieren emborracharse o consumir algún tipo de droga para tratar de "aligerar"la Realidad,yo prefiero estar lúcida.

Por qué es mejor recordar el daño para causar más daño.

Siempre procuro tomar máximo dos copas de vino pero Aveces cambio la segundo por un chupito para cambiar un poco.

Para tratar de sentirme como solo una chica de un bar y no mujer apunto de acostarse con algún bastardo.

-Un shop de tequila,por favor.

El camero asiente y pone el Pequeño vaso en la barra y lo rellena,tomo al Pequeño amiguito y lo dejo de nuevo en su lugar.

Alguien se sienta a mi lado y roza accidentalmente su pierna y un escalofrío pasa por todo mi cuerpo.

Volteo mi rostro y unos ojos verdes oliva me miran.

-Uno en las rocas.-Su voz es gruesa y puedo nota un leve acento en ella mientras aún sin dejar de mirarme le pide su bebida al bartman.

El sintió lo mismo que yo, la forma en que sus ojos brillan y sus dedos se mueven me lo dice.

La mitad de su rostro está oculta por una máscara dorada haciendo resaltar el color de sus grandes ojos.

El camarero deja su pedido y el lo toma tomando de un trago,la chaqueta del traje oscuro se sube y puedo ver la sombra oscura de un tatuaje en su muñeca.

Deja el vaso vacío en la encimera y sonríe.

Algo en el me llama la atención,el escalofrío puedo sentirlo todavía en mi cuerpo y la forma en que sus ojos me miran es como si me tocaran.

Nunca creí eso de la atracción a Primera vista,pero ahora frente al hombre dorado,lo creo.

Creo en la forma en que mi cuerpo despertaría solo por un simple roce y una mirada sedosa de esos ojos.

No puedo Imaginar que pasaría si El y yo estuviéramos en un lugar más oscuro solo los dos.

Me gusta pero a la vez me asusta por qué encontrar algo más que dolor y asco en este lugar es algo que nunca espere Encontrar.




RoseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora