Capítulo 1.

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Querida Lady Belle.

Debe de estar más que enterada de la delicada situación financiera de su padre; por lo cual he decidido pedirle vuestra mano en matrimonio. Me estoy volviendo viejo, así que necesito lo antes posible un heredero. Si acepta venir, le mostraré las ventajas de aceptar mi oferta.

PD: Habrá un carruaje del otro lado de la calle,  esperándola hasta la medianoche. Si no se presenta, le ordenó que bote esta carta a la basura  y sufra las consecuencias.

Belle pensó, en un primer momento, que debía de tratarse de una broma absurda. Pero terminó descartando esa posibilidad por el simple hecho de que nadie, a excepción de Sir Gastón, la conocía en Londres. La escasa fortuna de su padre, el Conde French, no le permitía presentarse en sociedad ni asistir a la modista, como si lo hacían otras jóvenes de su edad.

Pensó en Sir Gastón, por supuesto, pero no lo creía capaz de amenazarla después de pasar un rato agradable con ella en Hyde Park. Además, ya había recibido cartas suyas, y la letra no coincidía.

De repente, una persona llamó a su puerta, con toques suaves, que le garantizaron  que nada malo ocurría fuera de sus dominios. Ocultó la carta dentro de uno de los tres libros que tenía con ella, encima de la cama. Acomodó sus faldas, y dijo:

—Adelante.

Su padre fue quien entró, con una carta en la mano que agitaba esperanzado. O al menos esa fue la impresión de Belle. Las bolsas debajo de sus ojos, que indican cansancio y desvelo, le recordaban que su padre había salido anoche para conseguir dinero por medio de las  apuestas.

—Sir Gastón ha enviado otra carta—Anuncio, y cerró la puerta—Me ha pedido tu mano en matrimonio. Y he aceptado.

Belle hubiera dejado caer uno de sus libros a consecuencia de su impresión; pero por suerte la mayoría de ellos descansaban en anaqueles situados cerca de la ventana y tres de ellos encima de su cama. Estaba claro que Sir Gastón estaba interesado en ella, pero pensó que se echaría para atrás en su cortejo al saber que no contaba con dote suficiente.

—¿Qué no vas a decir nada?—Su padre esperaba lo contrario de su silencio. Quería que su hija saltará de  emoción, o que al menos le arrebatará la carta para leer el feliz futuro que le esperaba.

—¿Ya le has enviado tu respuesta?

—Quería decírtelo primero. ¿No estás feliz?

Belle volvió a estar en silencio, agachando la cabeza. Sir Gastón era un buen hombre, o al menos así aparentaba ser. Pero en la cercanía que hubo entre ellos en Hyde Park, no sintió más allá de la gratitud por haberle obsequiado un libro, aunque esté no tratará de un tema de su agrado.

Su padre, cambiando su expresión a una preocupante, se sentó cerca de su hija, dejando encima de uno de los tres libros, la carta de Sir Gastón. Apoyó su mano encima del hombro desnudo de su hija, y dijo:

—Sir Gastón conocé nuestra situación, Belle. Y no le importa que tu dote no sea generosa.

Belle tomó entre sus manos la carta arrugada. Su olor a alcohol, que bien podría ser por culpa de su padre, la puso en alerta. Cuando terminó de leerla, la volvió a colocar en la cama, aterrada. Sir Gastón quería tener seis o siete hijos con ella, que heredarán su fuerza y, en opinión de Belle, su vanidad.

A diferencia de Sir Gastón, su anónimo sólo le pedía un heredero. Y no creía que una de las ventajas que hablaba en su carta, fuera un masaje en los pies, para él, como si lo plantaba Sir Gastón en la suya.

—¿Ahora te das cuenta lo importante que eres para Sir Gastón?—Le acarició la mejilla, obligándola sutilmente a dirigirle la mirada. Sus ojos azules, que heredó de su madre, lo veían desconfiados. Pero decidió pasarlo por alto—Estoy seguro que si se lo pides, Sir Gastón pagará mis deudas y te llevará a los bailes y reuniones sociales que yo te he negado.

Belle sabía que sería inútil contradecirlo. Más por qué era la desesperación la que se dirigía a ella, y no el padre cariñoso que  extrañaba.

—¿Puedes enviarle tu respuesta mañana?—Se percató que su padre se tornaba molesto, cómo si estuviera a punto de escucharla replicar, pero rápidamente le hizo ver que esa no era su intención, sonriéndole—Quiero escribirle una carta, agradeciéndole su oferta.

—Está bien. Sólo no te demores tanto, hija. Ahora que Humprey nos abandonó, tendré que ir personalmente a entregárselas—Se levantó de la cama, olvidando la carta de Sir Gastón—Esta noche iré otra vez al club. Tal vez hoy la suerte me sonría.

Belle asintió, sabiendo que no sería así. Su padre siempre perdía fuertes cantidades de dinero por qué buscaba la manera ''facil'' de conseguirlo. Si tan solo le hiciera caso en la idea de dejar Londres para irse a Blackwood Hall, y ocuparse de la gente que lo necesitaba.

Su padre cerró la puerta de su recámara, y Belle aprovechó para levantarse e ir en busca de su viejo baúl, que estaba situado en el ropero. De ahí sacaría su capa verde, la única que tenía, y que la ayudaría a pasar de desapercibida por los jardines.

Estaba decidida a visitar a su misterioso anónimo, incluso si eso significará perder su reputación o su compromiso con Sir Gastón. Colocó la capa sobre la cama y saco del libro la carta. Si iba a tener un matrimonio infeliz para cuidar de su padre, al menos sería ella quien decidiría quien sería mejor para ella.



Nota de la autora:

¡Vaya! Por fin me ánimo a escribir de mi ship favorito. Esperó que les guste, y esperen ansiosos los siguientes capítulos.

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⏰ Última actualización: Dec 10, 2020 ⏰

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