Capítulo único

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¡Oh, dulce navidad! La brisa fría de invierno y ver a nuestro alrededor hogares decorados con temática de navidad nos da una sensación tan linda y nos indica que esta festividad está por aproximarse: Ver a los toads comprando despensa para su familia, uno que otro humano habitando en el reino comprando regalos para sus hijos hace aún más lindo el reino, nos da una sensación de tranquilidad y felicidad al mismo tiempo.

Todos conocemos a los héroes del reino Champiñón, pero el más reconocido es nuestro bigotudo de menor estatura: Mario. Nuestro héroe favorito se encontraba en el bosque champiñón (lo sé, un nombre muy original) con la compañía de nuestra amiga galáctica llamada Rosalina.

¿Qué era lo que estaban haciendo en un bosque? Pues ambos tomaron un espacio del área ya que ahí iban a pasar la navidad, claro, con el resto de sus íntimos amigos en común: las princesas Peach y Daisy, al igual que su hermano Luigi.

¡Pero si todavía no es navidad! No, aún no es navidad, de hecho todavía faltan como tres días para navidad. Pero lo que ambos estaban haciendo ahorita era limpiar la nieve encima de los árboles y del pasto, pues querían tener todo limpio para decorar muy bien en Nochebuena.

—No entiendo el porqué trajimos a Luigi y Daisy al bosque si ni siquiera nos están ayudando. — Rosalina inició una conversación encajando su pala en la nieve, después se apoyó en ella.

—Ahorita vienen, déjalos que jueguen un poco más en la nieve. — Mario comentó con una sonrisa mientras hacía su trabajo — Es más creo que es mejor que estén solos, así puedo disfrutar un poco más de tu compañía y...

—¿Y... qué?

—Hablar. — Respondió después de unos cortos segundos de silencio. No era "normal" en él sentirse tan nervioso.

—¿Ah? A-Ahhh... em, ¡mejor traeré a Luigi y Daisy! La verdad me estoy cansando un poco, no tardo-

Se fue corriendo de ahí dejando a Mario solo y desanimado. Se notaba a leguas que ella se fue solo para evadirlo, y no entendía el porqué, si no le había hecho nada malo.

Rosalina miró a su alrededor y ya estaba un poco lejos de éste, lo cual un alivio en su cuerpo se esparció. Luego ese alivio se convirtió en culpa por haberlo dejado solo.

—¿¡Por qué soy así!? — La princesa de los cosmos se preguntó con molestia y hace un quejido.

—¿Con quién hablas? — Apareció Daisy y a un lado de ella estaba Luigi.

Rosalina volteó y antes de hablar recibió un impacto de una bola de nieve en su cara, lo cual hizo perder el equilibro y posteriormente caerse sentada en la nieve.

—Ja ja, qué divertida eres princesita... — La de hebras rubias platinadas refunfuñó mientras se quitaba la nieve encima.

—Lo siento ja ja, se me pasó un poco la mano. — La sarasalena comentó dejando las risas a un lado y la ayudó a levantarse.

—Más bien, ¡qué bueno que los encuentro! Así pueden echarle una mano a Mario porque yo me tengo que retirar. — Comentó con un suspiro al sacudir por completo su vestido — No le dejen toda la tarea a él solo.

—¿Y eso por qué? — Luigi preguntó un poco impresionado.

—Ehhhm, te-tengo que checar como están mis destellos... ya sabes, son muy desordenados. — La guardiana de los cosmos comentó un poco nerviosa y saca su varita — Ya los veré en Nochebuena, ¿si?

Con su magia había creado un aro estelar que la guiaría directo a su observatorio en cuestión de unos segundos. Ya que no hubo ni un solo rastro de ella, el par se quedaron viendo entre sí, con sus miradas ambos coincidían en algo: que Rosalina había inventado una excusa para retirarse.

Mágica NavidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora