Al irse la vampiresa salió el sol, que tímidamente brillaba... la batalla de la noche anterior había afectado a sus poderes, y el cielo se veía algo más despejado, aunque no del todo. El Samurai seguía ahí en su forma de semilobo, decidió volver a su forma humana, tendría que llegar al pueblo e informar a los ciudadanos de la bestia que les atacaba.
Al llegar, les dijo a los aldeanos que la bestia que los importunaba se trataba de una vampiresa occidental, que pese a haber escapado de sus manos, le daría muerte la siguiente noche. Recomendó que pintaran cruces en las puertas de las casas y que portaran ajo. Remedios que conocía Saito por los libros procedentes de Europa que había leido. Sabía de remedios para los aldeanos, pero no sabía donde se encontraría exactamente Victoria.
Sabía que los vampiros necesitan de cementerios para ocultar allí sus tumbas y para enterrar también a sus ghouls. Pero, en Japón se incineraban los cuerpos, los cementerios japoneses no le servirían a la vampiresa para su propósito. Por tanto necesitaría algún lugar donde esconderse y guarecerse del Sol en el día... a demás, a juzgar por la personalidad de ella, no podría estar en cualquier sitio...
"Seguro que no está muy hecha al bosque... si dice ser una reina, y conociendo a los ostentosos aristócratas occidentales, que derrochan todo lo que tienen en intentar aparentar más lujo que los demás..." pensó para sí el samurai. Al final llegó a la conclusión de que estaría probablemente en algún templo o casa abandonada. Y para conocer las localizaciones debería hablar con algunos lugareños que conocieran de casas o templos abandonados cercanos. Fue por ello que decidió ir al bar más cercano.
-¡Oh!-exclamó el dueño del bar al verlo.-Mi bienvenida al Samurai errante...-dijo haciendo una reverencia.-Eres el primero que regresa con vida después de encontrarse con la bestia...
-Para un samurai no es honroso volver con vida, a menos que tu rival no lo haya hecho...-contestó Saito. El hecho de que aquella vampiresa no hubiera muerto a sus manos lo tenía bastante frustrado.
-Pero es esperanzador... si hubieras muerto a manos de aquella bestia... este pueblo estaría condenado a la desaparición, y teniendo en cuenta el hambre boraz de aquella criatura, me temo que el resto de Japón...-dijo mirándolo.
-Mi deber, y el de todos los samurais es defender Japón, aún cuando el emperador considere que no somos necesarios para su guarda... guardaremos a quienes nos necesiten... -contestó de forma totalmente calmada, pero solemne.
-Sin duda las leyendas que cuentan sobre ti son ciertas, tienes gran coraje y fuerza de voluntad... pena que no estemos ya en Edo...-sonrió el anciano dueño del bar.-Una copa de sake para el samurai, invita la casa.-sonrió mirando a uno de sus empleados.
-Muchísimas gracias, pero no bebo.-hizo una reverencia.-Pero si pueden ponerme un té verde lo agradeceré con agrado.-sonrió.
-Un té verde marchando...-dijo el señor, llamando la atención a su empleado que comenzó a servirlo.
-A propósito...-se dirigió al dueño para preguntarle.-¿Sabes si cerca de por aquí hay alguna casa o templo abandonado? Tengo mis sospechas de que la criatura podría ocultarse ahí durante el día.
-A decir verdad...-se paró a reflexionar el anciano.-A varios kilómetros de aquí está la casa de los Nakajima... Era una familia bastante importante y rica, pero por causas desconocidas todos fallecieron hace muchos años... Dicen que la casa está encantada por espíritus, y nadie se acerca ahí. Tal vez fueran las primeras víctimas de la bestia...-dijo el anciano terminando de hacer el té, a punto de servirlo.
-No creo, la bestia es una vampiresa europea que no debe llevar mucho aquí...-le sirvieron el té y comenzó a tomarlo.-Delicioso.-Dijo mirando al señor, antes de volver al tema.-Pero seguro que esa zorra idiota se habrá hospedado en una casa encantada... como tenga pinta de lugar lujoso...
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El guerrero errante
General FictionNos situamos en un periodo histórico que data de entre finales del siglo XVIII, principios del siglo XIX, cuando Japón comienza la occidentalización, y en Europa se van progresivamente perdiendo las creencias en leyendas y caen las monarquías. Saito...