ᴅᴇsᴇᴏ ᴅᴇ ᴀñᴏ ɴᴜᴇᴠᴏ [Kiribaku/Bakushima]

Deseo de año nuevo.

Fría y desolada noche en aquel hogar con sólo dos habitantes.

Probablemente hace unos años hubieran estado celebrando con sus amigos en Tokyo...

Pero el tiempo cambia a las personas.
El tiempo cambia la vida.
Vida que con cada minuto se desvanece.

Y a querer o no, ambos chicos deseaban más disfrutar de la presencia del otro en lugar de emborracharse mientras se divertían con gente que en algún momento fueron de mucha importancia para cada uno.

El año comenzó.

El invierno terminó y la primavera dio inicio floreciendo las flores y demás plantas que tenían en su terraza.

Pasó el día blanco y después el cumpleaños de una de las personas más importantes en la vida de Eijirou.

Pasaron vacaciones de verano y junto con ellas su aniversario como pareja.

Comenzó otoño, y con él, el cumpleaños de una de las personas más importantes en la vida de Katsuki se acercaba.

Finalmente comenzó invierno de nuevo.

Un círculo que se repetía y repetía, daba vueltas y vueltas.
Así era el tiempo. Un bucle interminable donde la rutina y lo inusual convivían.

Y ahora se encontraban cenando a pocos minutos de voltear su reloj de arena para volver a empezar, volver con sus rutinas, volver a esperar a que la navidad y año nuevo llegasen.

Porque no podían negar que era la mejor época del año.

La gente se reunía a pesar de la distancia.
Las familias lo hacían.
Los amigos lo hacían.
E igualmente las parejas lo hacían.

El primer año viviendo juntos fue...
Gracioso.

Katsuki reía mientras Eijirou se quejaba ante su intento fallido de hacer galletas.

Pero toda risa del cenizo terminó al momento del intento fallido de encender la chimenea.

Desde esa navidad, el pelirrojo prohibió que el mayor se acercara a la chimenea. No quería volver a construir una chimenea nueva sólo porque Katsuki explotó la anterior.

El segundo año fue...
Intenso.

Tanto Eijirou como Katsuki se habían levantando con esa horrible resaca mientras que Jirou y Yaoyorozu repartían platos con sopa caliente, aparentemente eran las únicas que no habían perdido la consciencia la noche anterior.

Todos preguntaban sus respectivas actitudes durante la fiesta.

Claro, al escuchar cada locura que cada uno realizó, decidieron dejar el tema de aquel año nuevo.

El tercer año fue...
Cálido y un poco doloroso.

Disfrutaba entrelazar su mano con la ajena mientras tomaban café al lado de la fogata.
Disfrutaba su simple presencia.
Disfrutaba de no estar más distanciados.