capítulo dos: "Eugenio"

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Timothée soltó un suspiro a medida que se alejaban del negocio de indumentaria femenina. Sentía como las gotas de sudor se desprendían de su frente y mojaban su cabello. Horas peinándolo, se van por el excusado.

Finalmente le compraron a Holly una camiseta de los Guns n Roses color gris jaspeado. Les gustaba más a ellos que lo que posiblemente a ella, ¡pero es Navidad! ¡Uno debe conformarse!

Pasaron las horas y Timothée ya tenía los veinte regalos siendo cargados por Thom mientras él seguía revisando la lista. Nada podía salir mal, todo estaba completamente organizado y apostaba a que sería una velada estupenda.

Una camiseta para Holly, un perfume para su madre, una muñeca de esas que balbucean y hacen popó para Candy y un consolador para Thom. Ah no, eso no. Pero sí una pista de autos para Jaxon.

—Bien, ahora solamente nos queda esconder todos esos regalos antes de que mi madre llegue en... —Timothée soltó un jadeo al ver su reloj — ¡Veinte minutos!

Timothée comenzó a correr ignorando que su amigo luchaba con las cajas todavía dentro del Mall. Al darse cuenta, dio media vuelta y tomó diez cajas. Agradecía mentalmente que la mayoría eran pequeñas. Aunque de igual forma iba haciendo equilibrio con la torre de cajas que estaba más torcida que la Torre de Pizza.

No sabía como haría para esconder todas esas cajas en menos de diez minutos. Y no le daría cinco dólares a Thom otra vez.

Corrió más rápido al ver la puerta caoba de su casa a lo lejos. Detuvo sus pasos y abrió la boca. ¿Cómo haría para abrir la puerta con todas estas cajas encima?

—Maldita sea —lloriqueó.

Tanto le había costado apilar las cajas solo para tener que soltarlas otra vez. ¿No había otra solución? No lo sé... ¿Abrirlo con el pie quizás?

—No siento las manos. Se caerán, se caerán, se caerán... —Thom venía zigzagueando con la mirada en las cajas apiladas sobre sus dos manos. De un momento a otro, las cajas cayeron a sus pies— Se cayeron. Que pena.

Timothée abrió los ojos al máximo.

—¡Thomas Eugenio Jackson!—Se sintió como su mamá cuando llegó borracho de una fiesta por primera vez— ¡Demonios! ¡Habían cosas frágiles allí!

—Tranquilo. Ahora las tomaré y seguiremos caminando como si nada hubiese pasado, ¿bien? —dijo— ¡Y no me llames por mi segundo nombre! No me siento justamente orgulloso de que me hayan llamado así por el perro de mi abuela.

Timothée soltó una carcajada. Cuando se lo contó por primera vez había explotado en risas... Hasta que le afirmó que no era una broma.

—¿Cómo abriremos la puerta? —cuestionó Thom, tomando la última caja del suelo.

Timothée torció los labios y luego sonrió.

Caminó hacia la casa de al lado, donde vivían una mujer y su hija de dieciocho años. Timothée, luego de estar dos minutos intentando equilibrar las cajas con una sola mano, tocó la puerta.

Josellyn, la muchacha, le abrió la puerta con una radiante sonrisa.

—¿Qué tal, Chalamet? ¿Vuelves a esconderte del regaño de tus padres? —la chica alzó una ceja.

Más de una vez se quedó por unas horas en la casa de ella hasta que a sus padres les bajara el enojo. Ósea, eso equivalía a dos veces por semana.

—No, no exactamente —rió—. Como verás, estoy bastante complicado con las cajas. Quería saber si podrías abrir la puerta por mí.

—Sí, claro. —Joss salió de la casa y cerró la puerta detrás de sí.

—La llave está en mi bolsillo.

Josellyn metió la mano en el bolsillo e intentó sacar las llaves. Luego de unos minutos, Timothée al ver como rezongaba y luchaba por sacar la mano de allí, frunció el ceño.

—¿Qué pasa?

—Se atoró mi anillo en la tela—forcejeó.

—A ver, déjame ver.

Una mujer que pasaba por allí paseando a su shit-zu insoportable que ladraba toda la noche, miró hacia ellos y soltó un jadeo. Timothée frunció el ceño.

—¡Es una vía pública! ¡Adolescentes sexópatas! ¡Insolentes! —gritó histérica la mujer.

No entendía nad... Oh esperen. Las cajas tapaban su costado, Josellyn estaba agachada delante de su... ¡Oh dios mío, que mujer tan cochina!

El perro ladró y la mujer le dijo algo como "No mires, Spooky" y entró a su vivienda.

—Ya está —dijo Josellyn levantándose y acomodando su anillo de colores. Soltó una carcajada.

Joss caminó por el césped de los jardines delanteros y se acercó a la puerta para colocar la llave en el cerrojo y abrirla. Timothée miró a Thom, quién miraba a Josellyn complacido por las vistas.

—Listo, chicos.

—Gracias, Joss. Saluda a tu mamá por mí.

Joss saludó con la mano y volvió a meterse en su casa. 

—Ten cuidado de no resbalarte con toda esa baba —se mofó, entrando a la casa y cerrando la puerta luego de que Thom había entrado.

Dejó las cajas sobre el sillón y verificó la hora. Faltaban cinco minutos para que su madre y hermanos llegaran.

—Tenemos cinco minutos para esconder todo esto —anunció Timothée paseándose por la casa con los nervios a flor de piel—. Creo que lo esconderemos en mi armario. Nadie revisa mi armario.

—¿Por qué será? —alzó una ceja Thom.

Timothée tomó una almohada del sillón y la lanzó, impactando en la cabeza de Thom.

—Andando —dijo tomando algunas cajas.

—No, espera. —Thom tomó un colador del desayunador y lo colocó sobre su cabeza— Estoy preparado. Que comience la acción.

Agarraron algunas cajas y subieron a su cuarto para acomodarlas perfectamente dentro del armario. Bajaron otra vez las escaleras y tomaron las cajas restantes, pero cuando dieron dos pasos, la puerta se abrió.

—¡Timothée! ¡Hemos llegado! Oh, ahí estás.

Timothée miró a Thom, e hicieron lo primero que les pasó por la cabeza. Esconder las cuatro cajas que tenían cada uno debajo de la camiseta.

Su madre observó a los chicos con el ceño fruncido al ver la gran bola que tenían debajo de la camiseta.

—¿Qué escondes ahí?

—Eh-E-Uh queríamos ver que se sentía estar embarazados. Ya sabes, curiosidad mamá.

—Timothée tú eres...

—¡No soy gay mamá! —gritó enseguida. ¡Acababa de terminar con su novia! ¡No tenía un puto sentido!

—Si lo fueras no hay ningún...

—Mamá, ¡por dios!

Ella alzó los brazos en rendición y se encaminó hacia la cocina.

Timothée y Thom corrieron escaleras arriba y dejaron las cajas restantes dentro del armario.

—¿Embarazados? ¡Qué eres creativo, hombre! —le dijo su amigo cuando bajaban las escaleras.

—Cierra la boca, Eugenio.

Holaaaaa, he aquí segundo capitulo del OS. Me he reído tanto escribiéndolo que no se dan una puta idea.

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-Cía

Steal the Christmas {timothée chalamet}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora