Capítulo 1: Calidez desconocida.

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Reunirme a la mesa con otros vampiros nunca fue cómodo para mí, para ser sincero, prefiero convivir con humanos, son seres más tranquilos... bien, que han hecho guerras bastante estúpidas, que todos los días se asesinan entre ellos por cosas ridículas, que tienen creencias inocentes, enfermas y raras. ¡Pero! Al menos, los que conozco y con los que me llevo bien son bastante pacíficos. Volviendo al punto de partida, lo de mi especie parecen tener un gen maligno bastante insoportable, siempre se trata del que sea más salvaje, del que domine más y, es por éso, que en ésa estúpida jerarquía que se ha creado, yo estoy hasta el último peldaño. No es que sea el único, pero para ser hijo de una de las vampiresas más importantes dentro de nuestra legión, es bastante vergonzoso, o éso es lo que la mayoría cree, porque a mi me viene dando igual desde que comenzó el siglo.

Aún con mi mala posición, tengo "el privilegio" de asistir a todas las reuniones importantes, y por supuesto que no es en las últimas y pequeñas mesas, ¡no señor!, Kirk Hammett tiene puesto en la mesa principal, con los distinguidisímos vampiros que lideran la legión.

Mi madre, quien a pesar de ser una de las mujeres más fuertes y rudas de nuestro grupo, es conmigo una tierna dulzura llena de paciencia, me protege a cada burla y le saca los colmillos a cualquiera que ose de molestar a su pequeño murcielaguito (Como suele apoyarme ridículamente de cariño); ésta noche está junto a la condesa más relevante y no presta atención a nada más que la conversación sobre canibalismo que no pinta para nada interesante, mientras su pequeño hijo está en medio de un ataque de pánico por los recientes síntomas extraños. Resulta que desde que estaba sobrevolando el castillo, el corazón me empezó a latir, al principio no le presté atención porque creí que lo estaba imaginando, luego, al entrar al lugar, una sensación agradable acarició tenuemente palpitante órgano viviente.

Está de más decir que para alguien que está muerto en la eternidad, ésto está bastante feo, sentir como la vida reluce en mi alma oscura no es algo precisamente tranquilizante y menos cuando ése olor dulce me hace insoportable la velada, sé que es sangre, sangre humana, pero nunca un humano había tenido ése olor delicioso y... erótico.

—¿Lo sientes?— Habló alguien a mi lado, ni siquiera quise subir la cabeza, sólo asentí desde mi posición, a éste punto debo tener hasta color en mi cara, y prefiero que nadie me vea así —Sólo es uno y tiene buena compañía, controlate.

Volví a dar una respuesta positiva, si, es mejor que piense que sólo la sangre me pone así, aunque, ella sabe muy bien que puedo controlar a la perfección aquellos instintos de neófito, y que no me afectan; en ése momento en el que creí que podría seguir así por el resto de la noche, las manos heladas de mamá levantaron mi cabeza con fuerza y me sostuvieron frente a su mirada carmesí, su mueca se tornó de seria a sorprendida en un segundo.

—Tus mejillas— Mencionó con una emoción exagerada —Están rosadas, no es el humano que causa tu reacción — Dijo entre una sonrisa maníaca mientras negaba con su índice y sostenía mis mejillas con su mano libre —...Es tu alma gemela— El susurro escalofriante quedo en el aire, pude notar, por un momento, una llama quemar en sus ojos brillantes de rubíes.

Se alejó de mi espacio personal y me quedé un pequeño lapso en silencio, luego, bufé por su conclusión, si, el alma gemela, dice la leyenda que cuando un vampiro encuentra su alma gemela, un haz de vida se instala en su inerte corazón; y a mi, definitivamente, no me parece que algo así pueda ser real y, menos que suceda de una manera tan molesta.

Se supone que el amor es bonito ¿no? No es algo que te haga asustar.

—Está tan unida a ti, desde las vidas pasadas, y ahora, para la eternidad.

𝑭𝒆𝒔𝒕𝒊𝒗𝒂𝒍 𝒅𝒆 𝒔𝒂𝒏𝒈𝒓𝒆; 𝑲𝒍𝒂𝒓𝒔. (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora