Capítulo 2: Lars Ulrich.

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Las hojas viejas del libro se pasaron con rapidez con el viento, había perdido la que leía, pero aún así no bajé las manos de mi pecho, se siente bien no tener algo moviéndose allá adentro.

—Es hora— Anunció tomándome por sorpresa, mamá estaba vestida de una manera muy suya, con un vestido negro entallado a su figura, pero suelto en las mangas y después de las caderas, su piel pálida relucía de manera hermosa en contraste y la acompañaba con joyas doradas —Es algo viejo, muy fuera de temporada ¿Creés que importe?

—No, no. Estás hermosa— Mis palabras la hicieron sonreír y acariciarme la cabeza, y antes de decir algo más, ella ya estaba mirándome con molestia.

—No te has vestido aún— La miré suplicante y aún así no cambió su mueca —Un minuto.

Y así salió del lugar, y sé que es un minuto o habrán consecuencias, después del tiempo acordado, salí de la casa ya vestido y algo despeinado, pero mamá no dijo nada y sólo se lanzó al aire para volar, yo la seguí, y cuando estuvimos en silencio, ella empezó a jugar danzando a mi alrededor y a reír en jovialidad, así empezamos a juguetear entre nuestro viaje.

Cerca de la medianoche llegamos al castillo, las luces tenues rojizas anunciaban la fecha, el muy esperado festival de sangre y los vampiros por todos lados dan una idea de que se trata la fecha.

Aspiré oxígeno con delirio, nuevamente mi corazón latente con vida empieza a molestar en mi pecho, madre me observa con una sonrisa y toma de mi brazo para entrar por el arco del jardín.

Apenas llegamos nos empiezan a saludar y entonces, yo sólo hago lo posible por tapar mi cara con mis cabellos rizados y pasar desapercibido de entre los asistentes.

Pero es justo en uno de ésos momentos en los que nos vamos acercando al centro en donde está una gran hoguera, que el perfume se hace más presente, mi corazón late con una fuerza frenética y el placer de aquel olor me envuelve en una nube densa. Y mientras camino con los ojos cerrados junto a mamá, dejándome guiar por los instintos, es cuando aquella voz cálida y tenue me hace abrir los ojos de golpe.

El humano es apenas un muchacho, puedo sentir su temperatura y pulso desde mi lugar, su sangre moviéndose a través de su cuerpo, su delicioso aroma de mortal impregnando de dulzura el oscuro ambiente.

Su pequeño y delicado cuerpo de adolescente cubierto con una túnica de vino terciopelo, sus ojos brillantes y verdes que sobresalen de esas sombras oscuras,  su piel blanquecina reluciente; su presencia inocente y pura en manos de un depravado maligno.

—Y su pequeño gusano, Kirk Hammett— Aquella voz molestó a mis sensaciones, James Hetfield, uno de los más neandertales de nuestra raza. Mamá mostró disgusto con sus palabras y le dió una advertencia que no pasó desapercibida.

—Lars Ulrich— Habló con suavidad el muchacho de cabellos de caramelo, mantenía un matiz de timidez, me extendió su manito derecha mientras su carita se mostraba dulce

Su toqué se sintió cálido, y el sentimiento que desató mi alma fue de locura, aquellos dedos pequeños y rosaceos siñendose sobre mi mano y transmitiendo su calor corporal, ésa mirada hipnotizante y llamativa que parecía decirme algo que su boca no pronunciaba y... ésa manera de hacerme sentir vivo, ése vuelco de mi fuero, aquellas sensaciones que me quieren llevar a un límite desconocido.

El agarre en mi hombro fue doloroso y era la mano de mi madre adviertiendome sobre las consecuencias, solté aquel toque humano y con la más extraña de los sentires, recibí su sonrisa llena de ternura.

—Es un humano— Mencionó cuando ya estábamos lejos de su presencia —Pero es tu destino.

𝑭𝒆𝒔𝒕𝒊𝒗𝒂𝒍 𝒅𝒆 𝒔𝒂𝒏𝒈𝒓𝒆; 𝑲𝒍𝒂𝒓𝒔. (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora