Capítulo 3: Tras las sombras.

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Más que timidez, es miedo. Lars Ulrich provoca algo en mis órganos inertes que me causa terror, ésa capacidad de hacer saltar mi corazón y ponerme al límite de mis actos apasionados; siento que podría poner mi vida y mi alma a su merced si así lo quiere.

La mayoría de vampiros se encierran cuando llega el día soleado y siendo épocas del festival de sangre, la mayoría de ellos se queda en el gran castillo de las gárgolas, y por éso, el lugar pasa toda la semana abarrotado de seres oscuros.

El sol salió temprano y, para mi suerte, todos huyeron a buscar refugio no es que yo no lo haga, me ando con cuidado, pero prefiero no encerrarme, y en vez de éso, quedarme a interactuar con la naturaleza despierta, desde las sombras, claro.

Pero debo aclarar algo, no soy el único, ya llevo tiempo siguiendo a Lars, el muchacho se muestra curioso y camina con gracia y rapidez por entre los árboles, buscando frutos para comer. Él ya me ha visto y aún así, sigue actuando de la misma manera; se supone que me dejaría descubrir "accidentalmente" para lograr acercarme y hablar, o siquiera tener un contacto lejano, sin embargo, mis planes van en picada porque a él no parece interesarle un vampiro que lo espía.

En el momento en el que vi aquella sonrisa coqueta me sentí más extraño que nunca, ni siquiera iba dirigida a alguien, y desde ése momento, hasta un lapso después, se mantuvo corriendo bajo el sol, sus cabellos relucían y bailaban con los saltitos que daba y ése cuerpo se podía ver mejor con la luz del día y los movimientos que hacía.

La piel me había empezado a arder de manera infernal desde ya hace ya varios minutos, pero ésa tentación por seguirle viendo me hacia olvidar que estaba en peligro. Las sombras de los árboles no son suficientes y mi abrigo no me cubre el todo, aún así lo seguí desde la lejanía, en toda su carrera hasta el río.

Nunca había estado tan hipnotizado por un ser. Lars miró a todas partes y yo me oculté mejor ésta vez, después de estudiar el lugar, tomo el final de su túnica que empezaba por sus rodillas y comenzó a deslizarla hacia arriba; lo primero que vi fue sus muslos pálidos, su piel piel desnuda se veía suave y delicada y ahora es cuando agradezco tener vista de águila, su miembro viril tenía un color más rosado, sobresalía de entre su vello púbico y evité mantener mi mirada sobre ésa parte al sentir mi propia entrepierna endurecer, aguanté la respiración al ver su abdomen y su pecho quedar al descubierto y tomé una gran bocanada cuando tiró la prenda de vestir sobre el pasto y dió media vuelta para entrar  con cuidado al agua.

Su cuerpo se veía frágil y pequeño, y en cada parte de éste había una belleza que me hacía perder los pensamientos inocentes.

De repente, salió del agua, tomando aire con urgencia y con sus manitos quitando el líquido que amenazaba con obstruir sus sentidos, sus cabellos se mostraban más oscuros y la imagen de éstos pegándose a su piel húmeda fue de lo más erótico que he visto en mi vida.

𝑭𝒆𝒔𝒕𝒊𝒗𝒂𝒍 𝒅𝒆 𝒔𝒂𝒏𝒈𝒓𝒆; 𝑲𝒍𝒂𝒓𝒔. (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora