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La entrada del instituto estaba tan abarrotada como siempre.

Los coches, en doble fila, como siempre.

Los típicos alumnos compartiendo saliva en una esquina, como siempre.

Esta escuela es extremadamente predecible.

todos los días la misma rutina.

Si no fuera por que hoy voy tarde.

Corro por el pasillo, esquivando a alumnos despistados, taquillas que se abren de la nada  y codos que parecen ponerse a propósito. Golpeó alguno de los codos solo para que se enteren de que tengo prisa.

Llego al aula justo cuando el profesor se dispone a entrar. Yo me anticipo, y entro antes, con mi mejor sonrisa. Él frunce el ceño y decide dejarme sentar, sin decir nada. Doy gracias telepáticamente a los cielos y me siento en mi sitio de siempre. Penúltima fila, al lado de la ventana.

Mi compañera de mesa, y ya puestos, de vida en general, me sonríe desde el pupitre de al lado.

Siempre nos sentamos juntas, es un hecho.

-Que, costó despedirse de la almohada? - bromeó, en cuanto hube dejado mi mochila en la mesa y mi sexy culo en la silla.

-Calla, que se me ha indigestado la magdalena - hice una mueca divertida, sacando el material de la mochila.

-La verdad es que no me resulta nada extraño que llegues tarde. - dice, mordiendo la punta de su boli.

-A mi tampoco me resulta extraño que a ti  no te resulte extraño - sonrío, radiante. El me imita.

-Es increíble como nos comprenetramos - bromea.

-Sí, parecemos siamesas-respondo, con una pequeña risa. Ella sonríe.

-Te va bien lo de sea tarde?

-Claro, pásate por, casa, lo haremos en mi cuarto - digo.

-de acuerdo, yo llevo la información - sonríe - tu encargaré de que estaba vez no se estropé el ascensor. - dice, rodando los ojos-porque, sinceramente me niego a subir más pisos a pie. - sonrío.

-Si tranquila, pesada. Tuvo lo se puntual, vale? - digo para calmarla.

-Cata, yo siempre soy puntual, no como tú - dice. Pongo cara de indignada y le golpeó con el codo.

-Eh! - protestó. Ella ríe y el profesor nos manda acabar con nuestra pequeña fiesta en medio de la clase.

O al menos así la llamó él.

Sonrió lastimosamente a mi compañera y centro mi atención en el libro, y en las abrumadoras horas de clase que me quedan para poder irme a mi casa.

Adelante CatalinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora