a primera vista [1]

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Estaba en la terraza del hospital observando la ciudad, las luces, el atardecer, las personas que desde la distancia que las veía eran chiquitas. Se acercaba navidad y todos ya estaban decorando sus casas con adornos luces, preparando galletas y cantando villancicos en sus casas con su familia, mucha diferencia a lo que hacia yo.

He estado en un hospital casi toda mi vida, me diagnosticaron fibrosis quística a los siete años, prácticamente es como mi segunda casa. Mis amigas me visitarían mañana ya que hoy tenían planes con sus padres, como no tenía nada que hacer subí a matar el tiempo, aunque tendría que volver a mi habitación por mi tratamiento.

— Pensé que no habría nadie aquí arriba..

Volteé hacía la puerta, recién llegaba un chico de cabello rosa. No dijo nada más, caminó hacia mí llevando una pequeña maleta con ruedas, supongo que era el tanque de oxígeno, se quedó a una distancia prudente recostándose en la baranda, volví la mirada a la ciudad.

— ¿Qué haces aquí? Es un poco tarde —habló nuevamente.

— Posiblemente lo mismo que tú —respondí. Escuché su risa.

— Ya veo. ¿De qué estas enferma?

— Fibrosis quística, ¿tú? —giré el rostro para mirarlo.

— ¿Metástasis..? No lo recuerdo —se encogió de hombros— sé que es algo de mis pulmones, se llenan de agua y no envían oxígeno a mi cerebro y esas cosas.

— Estas enfermo ¿pero no sabes de qué? —sonreí con diversión.

—Mi mamá dice que si lo sé mi mente empezará a maquinar mucho y pensaré que mi vida es mucho más corta de lo que realmente es. También soy hipocondríaco así que... Creó que se entiende ¿no? —hice un gesto con la mano para que lo dejara así mientras reía.

—Okay, comprendo comprendo —dije. Hizo una mueca pero volvió a sonreír— ¿qué sucede?

— ¿Puedo acercarme?

— ... Supongo que sí.

Él iba a caminar hacía mí otra vez pero otro chico apareció en la terraza, entrando agitado por la puerta llamando nuestra atención.

— Rayos Felix harás que me fallen los pulmones a mi también —dijo el rubio.

— Yo no te dije que corrieras hasta aquí, de hecho ni siquiera te dije que vinieras.

— Mocoso malagradecido —se acercó a donde estábamos nosotros— oh, hola...

— _____ —saludé con la mano— hola.

— Chris —sonrió. Que tierno tiene hoyuelos, volvió al pelirosa— no me dijiste que tenías novia.

— ¿Eh?

Novia. ¡Ni siquiera lo conozco! ¿por qué sentía mis mejillas calientes? Estábamos a casi mil grados bajo cero.

—Yo... No Chris, ella n-

— ¿Ya se acostaron?

Empecé a toser de la nada, no era raro, pero ¿quien pregunta esas cosas así?

— ¡Christopher! Vas a matarla —le reclamó el contrario al chico rubio que reía— eres un tonto.

— Perdón perdón. Lo siento —esta vez se dirigió a mí, negué— ¿no son novios cierto?

— No —respondí— recién lo conozco.

— ... ¿Aún no son novios cierto?

— Chris.

(♡: imagina con Lee Felix)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora