Capítulo 1.

35 1 0
                                    

Su cuarto ya estaba totalmente vacío, excepto por algunas cosas que se quedarían hasta que volviera en las vacaciones o en alguna ocasión especial como Navidad o Año Nuevo las cuales no pensaba mover definitivamente sino que quedarían para esas ocasiones especiales. Incluso su guardarropa estaba vacío, no había ni una prenda ni un zapato que quedara, el estéreo ya iba en una caja junto a sus lienzos, pinturas, lápices e incluso se iba a ir con todos sus instrumentos.

–Allie, ya es hora. –se dio vuelta para encontrar a su madre apoyada en el marco de la puerta, ella sonreía, tal vez lo hiciera de orgullo ya que su hija marcharía para hacer su propia vida.

–Ahí, ya casi está. –respondió ya cerrando la última maleta.

Tomó su maleta y descendió por las escaleras rápidamente con dos maletas grandes, una en cada mano. En la puerta de entrada estaba Alex esperándola, lucía algo raro vestido con unos pantalones negros, remera blanca y una camisa de mangas cortas de jean la cual estaba abierta para no sufrir de demasiado calor.

– ¿Ya estás lista? –preguntó con una pequeña sonrisa, extendiendo el brazo para ayudarla con una de sus maletas.

–Estoy lista y… –con un movimiento rápido sacó la maleta de su alcance. –Puedo yo sola, si quieres ayuda a cargar las cajas que están arriba. –señaló con la cabeza las escaleras para que subiera.

–Bien, ya puedes cargar todo en la camioneta. –le dio las llaves del auto aunque ella las pudo agarrar con su meñique ya que sus manos estaba ocupadas.

Mientras Alexander subía por las escaleras, Allie había dejado todo lo que tenía de prendas de ropa en los asientos de atrás de la camioneta, era en caso de que hubiera un obstáculo y si saltaba de atrás, todo se caería y perdería gran parte de su vestimenta.

Si bien Alex era fuerte y podía cargar la mayoría de las cajas de una sola vez, se quedó observando los detalles del cuarto de su novia: morado como a ella le gustaba, en el techo habían unas pequeñas flores pintadas de un rosado claro y el centro de estas era amarillo, el guardarropa estaba vacío como casi todo el cuarto, excepto por la cama y algunos que otros posters que habían quedado. Todo era tan Allie.

La voz de Louise lo hizo salir de su transe.

– ¿Acaso hay algo que quieras llevarte y no puedes? –preguntó con cierto sarcasmo, pero no del malo sino en forma de broma.

Negó con la cabeza–: No, no es eso. –señaló el techo con las flores–. Es que todo es tan Allie, me refiero a lo que verdaderamente es y no lo que construyó a lo largo de los años que no nos hablamos.

–Las flores son lindas, sí… Y más porque las hizo ella –asintió con la cabeza–. Se nota que te gusta demasiado mi hermana –palmeó su espalda como uno de los primeros gestos amables que tuvo con él.

–No me gusta, me encanta… –arrugó un poco la nariz mientras tomaba unas cuantas cajas con sus fuertes brazos.

Louise no pudo evitar reírse y tomó un par de cajas para no retrasar el viaje, sabía que si algún bien podía hacerle a su hermana, era ayudarle con la mudanza.

Bajaron las escaleras directo a la camioneta, ella se estaba despidiendo de su madre con un fuerte abrazo; parecía que no la soltaría nunca.

–M… mamá –murmuró riéndose un poco, se sentía asfixiada por el abrazo si bien su madre no la quería dejar ir. –Ya, es suficiente, debemos irnos. –deshizo el abrazo y se despidió de su hermana.

Todo ya estaba empacado aunque el piano todavía se encontraba en la sala, y se preguntaba por qué no estaba arriba de la camioneta.

– ¿Lista? –Allie se dio vuelta para observar a su novio por unos instantes.

«¿Estás lista realmente?» se cuestionó por sus adentro; debía tener valor para enfrentar lo que venía y necesitaba salir adelante. Eso significaba olvidar aquellos episodios psicóticos, las viejas costumbres de la secundaria e incluso olvidarse de Hayes.

–Lista.

Inmediatamente Allie salió por la puerta, dándole la espalda al hogar dónde había crecido. Alex aprovechó para despedirse de la familia de su novia, su madre confiaba totalmente que él la cuidaría y haría que ella se sintiera mejor con su nueva vida.

–Alexander, debes prometerme que ella nunca volverá a lastimarse ni que tú la lastimarás a ella –dijo su madre al borde de las lágrimas.

–Lo prometo.

Sus piernas lo dirigieron hacía el auto, precisamente en el asiento del conductor el cuál acomodó para conducir más a gusto y arrancó. Por supuesto que antes de pisar el acelerador le dio tiempo a Allie para que se despidiera de su madre y de su hermana agitando la mano. Ella se acomodó nuevamente en el asiento.

Él prendió la radio y ella sacó unas gafas para el sol, estaba por preguntarle algo estúpido aunque prefirió quedarse callado, pero su no tan gran cabeza hiso que entreabriera los labios para formular la pregunta.

–Nunca me dijiste donde te quedarías en Kentucky. –apretó un poco los labios, maldiciéndose por dentro por haberlo dicho así.

–Tú tampoco me preguntaste –apoyó el brazo derecho sobre una parte de la ventana abierta y luego puso su cabeza sobre el brazo así descansar un poco.

–Muy bien, tienes razón –ladeó la cabeza–. Ahora sí, ¿con quién te quedarás? –preguntó con cierto sarcasmo.

–Con un primo, se llama Eddie y antes de que preguntes más… –movió la mano izquierda, la cual estaba libre y levantó un dedo de la misma–. No lo conoces, no tiene malas intenciones y estudia en la misma Universidad que yo, sólo que él hace danzas clásicas y latinas.

–Bueno, supongo que volver a vivir con Melanie no es una novedad pero no tengo un primo que estudie tan cerca de donde estudiaré. –arrugó un poco la nariz dejando escapar una risa.

–Muy cierto, ¿todavía me sigues considerando un misterio? –bajó un poco los lentes para poder verlo, por más que no quitara la vista del camino sabía que siempre le diría la verdad.

–Un misterio muy lindo, aunque debes admitir que ya no eres tan misteriosa para mí, te conozco.

–Me temo que no me conoces del todo –murmuró ella con esperanzas de no ser escuchada.

El viaje no duró unas once horas y veinticuatro minutos para ser más exactos, no era tan fácil mudarse en un abrir y cerrar de ojos.

Flores GrisesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora