Capítulo 2.

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Estaban en frente de un gran edificio aunque no tenía tan buen aspecto del todo, la pintura estaba muy gastadas y se si observaban las escaleras que se solían usar en caso de incendios, el hierro de la misma se veía oxidado.

–Qué lugar tan pintoresco –de lejos se notaba el sarcasmo de Alexander, todavía no podía creer que su novia viviría en ese “lugar”, seguro que estaría lleno de ratas.

–Por lo menos no tendré que pelear con mi hermana para ver quién paga la renta como cierta persona… –le dio un pequeño codazo, luego se desprendió el cinturón de seguridad con una mano y con la otra abría la puerta de la camioneta, todo al mismo tiempo. –Ya, deja de quejarte y subamos.

Dejaron el auto con la alarma activada, en caso de que alguien intentara robar las pertenencias que había dentro del mismo.

Entraron al edificio.

Por dentro si estaba un poco más presentable que la parte exterior, el ascensor estaba a un lado pero Allie consideró no usarlo por miedo a que se detuviera como solía suceder en las películas de terror o en alguna broma de mal gusto que filmaba algún programa. Las escaleras eran buena opción si se quería hacer ejercicio, ya daba igual, subieron juntos (y tomados de las manos) por todos los escalones en forma de caracol.

Llegaron al quinto piso, Alex apenas podía respirar como se debía. Estaba totalmente agitado.

–Eres grande, más alto, más veloz y no consigo entender de dónde sacaste esos músculos si apenas te aguantas subir a un quinto piso.

–No es que sea débil –refunfuñó adoptando una posición casual. –Estoy fuera de forma.

 –Como digas… –del bolsillo de su pantalón sacó un pequeño papel con el número de apartamento de Eddie.

Se pasó un buen rato pasó buscando algún departamento que tuviera "36" grabado en la puerta. Para su suerte lo encontró y golpeó la puerta.

Luego de unos dos minutos esperando a que alguien le abriera, pudo escuchar el chirrido del picaporte y observó una figura de una persona alta abrir la puerta.

Era Eddie.

Alex se dio vuelta cuando él abrió la puerta, realmente era alto como él y no parecía que fuera pariente de Allie, era todo lo contrario a ella pero supuso que tal vez tuvieran el mismo carácter.

–¡Eddie! –ella lo abrazó muy fuerte mientras este se inclinaba un poco para poder corresponderle el abrazo.

–¡Prima! –esta vez la levantó del suelo, a la vez ella comenzó a reírse a carcajadas. –Tiempo sin verte, estás más enana.

Ouch, ese comentario no le agradó en lo absoluto a Allie, es más, a veces detestara que el dijeran que era "enana". Solo se había acostumbrada ser llamada así por Alex.

Alex, también se olvidó de él en aquél emotivo encuentro de  primos, tenía que presentárselo.

–Querido primo –dijo con un tono bastante formal, le recordaba a la madre de él que era bastante estricta. –Te presento a Alexander Silverstone, mi novio en la actualidad.

Alex no sabía que decir o hacer, no tenía demasiadas opciones al estar enfrente de un desconocido, solo extendió la mano la cual Eddie tuvo el gusto de estrechar rápidamente.

–Un gusto. –sonrió.

–El gusto es mío, es bueno conocer a la familia de Allie... –no sonaba tan seguro, rayos, justo en ese momento metía la pata.

–Oh y por cierto –añadió el mayor. –No soy esa clase de primo que es gay solo por bailar ballet, de hecho a las chicas le gusta. –una sonrisa divertida apareció sobre el rostro del joven. –Y Allie es una excelente bailarina, espero que no te aproveches de eso.

–Tranquilo –hizo un gesto despreocupado. –Nunca me aprovecharía de ella.

El momento fue interrumpido por la joven que solo se reía por lo que decían: –Andando, tengo demasiadas cosas para bajar. –dijo todavía manteniendo la sonrisa.

–No me obligues subir escaleras. –Alex hizo un puchero, aunque ella lo ignoró por completo.

–Oh, whoa... El ascensor funciona bien, ¿por qué se castigan de esa forma? –intervino Eddie.

–Allie creía que estaba roto, como lo de las películas de terror. –se excusó Alex.

Ella abrió la boca para quejarse de eso, solo era una tonta superstición.

–Yo digo que suban todo por el ascensor, yo lo llevo a la habitación y listo. –ambos estaban de acuerdo.

Enseguida Allie y Alex bajaron hacía la planta baja (esta vez por el ascensor), fueron hacía la camioneta. Ella sacaba su ropa y él unos instrumentos, cajas con sus pertenencias, entre otras cosas.

Fueron subiendo todo por el ascensor, directo al 5 piso y Eddie fue entrando las cosas.

Llegó el momento de que lo único que quedaba era el equipaje de Alex, pero él decidió ir solo al apartamento donde se hospedaba Melanie.

–Quiero acompañarte, tú me ayudaste ahora.

–Está bien, debes instalarte como se debe y ponerte al día con Eddie –respondió a la vez que llevaba su mano a la mejilla de su novia.

–¿Me prometes que me llamarás cuando llegues? –puso su mano sobre la de él.

–Lo prometo, o tal vez Melanie te llame.

–Ve con cuidado.

–Oye, solo queda a unas cuadras, no te preocupes...

–Más de veinte cuadras, para ser exactos –se cruzó de brazos. –Si debo caminar todo eso para verte, lo haré.

–Ya, te llamaré, ¿sí? –se inclinó un poco a ella para darle un beso. –Te amo, a la noche vendré a buscarte y saldremos con Mel, incluso con Eddie si quiere salir.

–Bien, no te preocupes.

Volvió a besarla como forma de despedida aunque aquel tierno momento fue interrumpido por unos gritos.

–¡HEY! –era Eddie, los miraba desde la ventana del pasillo, estaba tan alto que casi no se veía. –¡DEBERÍAS MUDARTE CON ÉL SI QUIEREN TIEMPO A SOLAS!

–Lo lamento, Eddie siempre es así –murmuró algo apenada. –Ya, nos vemos en la noche.

Esta vez Allie fue capaz de soltar su mano para volver al interior del edificio, no obstante susurró un "Adiós" a él.

La camioneta se iba alejando de ella, por alguna razón se sintió algo mal al no poder pasar todo el día con él. Supuso que le daba igual, sabía que él llegaría bien.

Volvió hacía el apartamento para acomodar su ropa; pero algo le llamó la atención: había un piano, no sabía que Eddie tocaba. Su cabeza comenzó a sacar conclusiones demasiado rápido.

–Antes de que digas algo... –Allie se dio vuelta, estaba siendo observada por su primo. –No toco el piano, es un regalo de parte de toda la familia; esperamos a que te guste.

–Gracias.

–Te lo mereces –replicó el con un tono serio.

–Por supuesto que no, igual muchas gracias a todos.

Flores GrisesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora