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El tiempo pasaba muy rápido en Hogwarts. Ya llevaba una semana, y todo iba súper bien. Me iba adaptando a las clases poco a poco, y mi relación con la gente cada vez iba aumentando más. Llevaba muy poco tiempo pero ya me sentía en casa.

Era sábado por la mañana. Me acababa de despertar y el ambiente en la habitación era súper agradable. Dormía con las dos estudiantes que conocí el primer día en el comedor, Hannah Abbott y Susan Bones. Eran muy simpáticas y habíamos congeniado bastante bien.

Salí de mi cama despacio, intentando hacer el menor ruido posible para no despertarlas.
—Beca, ¿eres tú?—dijo Hannah con la voz ronca como si se acabara de despertar.
—Si si, soy yo. Voy a bajar a desayunar ahora. ¿Vienes?
—Ahora en un segundo voy—dijo mientras bostezaba y se volvía a acomodar en la cama para seguir durmiendo.

Me reí intentando que sonara lo menos posible y fui a cambiarme. Era sábado así que no había que ir con uniforme, cosa que agradecía mucho. Me puse ropa cómoda y bajé a desayunar.

Era pronto, así que el comedor estaba prácticamente vacío. Busqué con la mirada a alguien con quien poder sentarme, y vi a Harry, Hermione y una chica pelirroja sentados en la mesa de gryffindor. Me senté con ellos y me presentaron a Ginny, la pequeña de los Weasley.

No sé que tenía esa familia, que todos eran increíbles.

Estuvimos hablando tranquilamente mientras desayunábamos. Harry y Ginny se reían las bromas entre ellos, y se picaban bromeando constantemente. Hermione y yo, que parecía que habíamos notado lo mismo, nos mirábamos riendo cada vez que hacían algo.

—Por cierto, ¿Ron donde está?—pregunté mientras me echaba cereales en un cuenco.
—Creo que se ha quedado durmiendo un rato más. No estoy seguro—respondió Harry.
—¿Ron durmiendo?—dijo ahora Ginny con un tono sarcástico—imposible.

Estuvimos en el comedor un rato más. Una vez acabamos, decidimos dar una vuelta por el lago. El día era estupendo. Hacía sol, y el ambiente era cálido, pero sin llegar a hacer calor. Todos los alrededores del lago estaban completamente llenos de estudiantes, que como nosotros, habían decidido ir a pasear por allí.

Estábamos bajando la colina que daba al lago, cuando oímos como alguien nos llamaba. Me giré y vi a Ron, que venia corriendo. Estaba completamente despeinado, y el rojo de sus mejillas en ese momento era exactamente igual que el de su pelo.

—Vaya, si es la bella durmiente—dijo Ginny.
Una vez llegó a nuestro lado, Ron se paró en seco y empezó a respirar lentamente, reponiendo el aire que había gastado.
—Solo has bajado corriendo una colina, Ron—volvió a decir Ginny mientras miraba como su hermano descansaba.
—Para tu información—dijo cogiendo aire— Me he recorrido medio Hogwarts buscándoos
—Si no te hubieras quedado tanto tiempo en la cama no hubieras tenido que correr, Ronald.—añadió ahora Hermione.

Ron rodó los ojos sonriente y nos pusimos todos a andar por los terrenos del castillo. La mañana pasó muy rápido. Cuando nos quisimos dar cuenta, ya era la hora de la comida, y tuvimos que entrar otra vez en el castillo.

El día siguió normal. Pasé la tarde con Cedric en la sala común mientras me ayudaba con unos deberes de herbología. Esa noche, me fui a la cama pronto porque estaba muy cansada de la semana y tampoco tenía mucho más que hacer.
[...]

Me desperté muy asustada. Tenía mucho calor y la cabeza me daba vueltas. Había tenido una pesadilla horrible. Me incorporé y me senté apoyándome en el respaldo de la cama.

La habitación estaba completamente oscura, y me costó un rato que la visión se acostumbrara a la oscuridad. Tenía la cabeza ardiendo, y seguía un tanto mareada, aun así
intenté volver a dormirme, pero era incapaz. Cuanto más intentaba dormir, más imágenes de la pesadilla me venían a la cabeza. Me quedé un rato mirando al techo, y como sabía que no iba a ser capaz de dormirme, decidí salir a dar una vuelta y despejarme un poco.

Salí de mi sala común haciendo el menor ruido posible. Sabía que los alumnos no podían pasear por el castillo de noche, así que aceleré el paso, para llegar lo más rápido que pudiera al exterior. Salí a los terrenos de Hogwarts y andé un rato mientras el aire frío me daba suavemente en la cara.

Me sentía mucho mejor. La temperatura corporal me había bajado, y la cabeza ya no me dolía. Igualmente, decidí quedarme un rato más fuera. Me senté en la hierba y me puse a mirar el paisaje. El cielo estaba completamente inundado de estrellas, y la luna brillaba más de lo normal.

Seguí admirando las vistas tranquilamente, cuando a lo lejos, en el campo de quidditch, vi algo moverse de un lado a otro. Centré mi atención en ese punto, y vi como ese algo se seguía moviendo rápidamente en todas las direcciones.

No lo pude evitar. Me levanté y me acerqué al campo, para poder ver lo que había. Una vez estaba lo suficientemente cerca, vi unas 5 quaffles todas volando rápidamente en dirección a los tres grandes aros. Seguí las pelotas con la mirada, hasta que llegaron a los aros. Allí pude ver a una persona en una escoba intentado parar torpemente las quaffles.

Entrecerré los ojos intentando ver mejor quien era.
—Ron, hola!—dije chillando para que pudiera oírme.
—Beca!—dijo y bajó volando hacia donde estaba.
Se bajó de su escoba y se puso enfrente mía.

—¿qué haces jugando al quidditch tan tarde?—dije mirando su escoba y luego mirándole a él.
—esto....emm...nada—contestó mirando al suelo.
—Vamos, Ron. Puedes decírmelo.
—Bueno vale, pero.... pero no se lo digas a los demás, no quiero que nadie más lo sepa.
—Tranquilo, tu secreto está a salvo conmigo—dije sonriéndole.

Él me sonrió también y se aclaró la garganta antes de hablar.
—Bueno, verás....estoy practicando, porque quiero presentarme a las pruebas de quidditch. En cuanto dijo esto, se calló completamente y bajó la mirada al suelo.
—Vale, y....?—le miré sin entender.
—Que no pueden saber esto—dijo antes de que pudiera acabar de hablar—si supieran que me quiero presentar se reirían de mi. Nunca se me ha dado muy bien el quidditch y bueno, no tengo nada que hacer comparado con mis hermanos y Harry. Son los mejores jugadores de quidditch de todo Hogwarts, ¿sabias?

Me miró a los ojos y pude notar la tristeza en ellos. Se sentía inferior a sus hermanos, y a su mejor amigo. No sabía que podía decirle para hacerle sentir mejor, así que simplemente le miré, esperando a que me viniera algo a la mente.

—Si quieres puedo ayudarte a entrenar—dije de repente—no soy una experta, pero mi equipo en Beauxbatons solía ganar los partidos. No te prometo nada, pero al menos será mejor que jugar con unas quaffles hechizadas.
Ron se rió con mi comentario, lo que hizo que yo me riera también. Después, afirmó con la cabeza tímidamente dejándome entender que si quería mi ayuda, así que llamé a mi escoba con un accio, y en menos de 20 segundos ya la tenía en la mano.

—Bueno, qué, Weasley? ¿Preparado?
—Preparado—dijo sonriendo.

you feel like home | Ron Weasley Donde viven las historias. Descúbrelo ahora