VIII. Camino a la casa.

1.3K 223 208
                                    

El viernes llegó, más temprano de lo que alguno se esperaría, y a ambos les sorprendió la rapidez con la que se acostumbraban a la presencia del otro en esos escasos días que pasaron, mejorando un tanto su desbaratada relación

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El viernes llegó, más temprano de lo que alguno se esperaría, y a ambos les sorprendió la rapidez con la que se acostumbraban a la presencia del otro en esos escasos días que pasaron, mejorando un tanto su desbaratada relación.

Desde que los dejaron solos a cargo de aquel hogar, padecieron casi cinco días y con estos venían un montón de experiencias nuevas para el ex dragón, quien se encontraba muy ameno por sus nuevos aprendizajes (o algo así).

Fueron cuatro casi cinco singulares días, a decir verdad, en donde los desastre en la cocina de aquel restaurante eran ocasionados por la misma jefa de éste, cocinando platillos extravagantes que nadie se atrevería a probar. Y eran tres días en donde Eijirou fue utilizado de conejillo de indias incontables veces, consumiendo cosas que sorprende como el muchacho no se había enfermado del estómago aún. Eran tres días donde los compañeros de Katsuki se habían acercado a el pelirrojo, también, empatizando con su supuesta situación, tendiéndole una mano cálida para ayudarlo a sentirse incluido en la sociedad.

Tres días más mintiendo descaradamente.

Y también eran tres días de hacer malabares en la casa, yendo y viniendo solo con Katsuki, caminando hasta un hogar que no les pertenecía en el atardecer del caluroso verano, próximos pero no demasiado quizás por las altas temperaturas o por la supuesta falta de confianza.

Cierto es que ambos habían agarrado rápido gusto a esa actividad, siendo relajante la silenciosa presencia del otro mientras su andar no era tan apurado. Se sintieron cercanos, amigables. Y para Eijirou, quien estuvo a nada de dar por muerto su compañerismo, tratando menos con el cazador y esperando que en cualquier momento él se vaya con su antigua vida y lo abandone, eso era algo excepcional.

Una sonrisa se formó en los labios del pelirrojo. Aunque no quería cantar victoria tan pronto, estaba... feliz, muy contento por la nueva cercanía que tenía con su amo, quién al menos le dirigía un poco más la palabra y parecía aceptarlo mejor en su nueva vida.

Y pensando en el rubio, ¿dónde estaba? Se suponía que caminaba frente suyo cuando se internaron en el frondoso bosque por un camino apenas marcado que parecía ser conocido de memoria por Katsuki, pero por él no.

Esperen. Eijirou paró en seco y registró su alrededor, encontrándose solo con atemorizante naturaleza de un bosque cualquiera. No detuvo su busqueda frenética, sin divisar al rubio por algún lado.

Mierda, mierda, mierda. ¡Se había perdido por estar inmerso en sus pensamientos!

¿Y quién demonios sabía hacia dónde se había metido? ¡El lugar es demasiado inmenso y confuso, muy confuso! Con tanta fauna desconocida y espeluznante, con tantas bestias salvajes rondando por ahí...

Eijirou cerró sus ojos, maldiciendo a su estúpida cabeza otra vez. No podía ser presa del pánico o le iría peor. Intentó recordar sus conocimientos, intentó rememorar lo que sea que le ayudara a sobrevivir. Entonces, conectó neuronas para hacer algo que no era dar pena.

De humanos y dragones | Kiribaku - BakushimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora