Fama

6 0 2
                                    

Jungkook

Me recuesto agotado en aquellos sillones costosos que decoraban mi departamento, todos los días eran iguales de cansados, pero tampoco es algo de lo que me quejé, después de todo yo escogí este camino y me sentía orgulloso de lo que había logrado, pero aún así había días en los que deseaba ser un chico normal de 20 años y no el gran Jeon Jungkook, el idol de la nación de Corea del Sur, suena gracioso cuando lo pienso.

Observando el techo de mi sala, me entraron unas enormes ganas de salir, disfrutar un poco de la noche y ser alguien quien no era, una persona no conocida. Con pesadez agarro una gorra, un cubrebocas y una chamarra negra gruesa para ocultar mi identidad, si salía por lo menos un minuto a fuera sin nada que me cubierta tendría a miles de personas a mi alrededor, y entiendo que es parte de lo de ser artistas pero aún así era casado que miles de personas te acosaran y no te dejaran respirar, amo a mis fans pero yo también quería tener una vida propia.

Sin esperar más, salgo por las escaleras de emergencia para no levantar sospechas, siempre había gente esperando fuera de mi departamento, y prefería salir por la parte trasera donde solo los que tienen una residencia aquí pueden usar.

Con pasos relajados trato de mezclarme con la multitud que se encontraban en Ganganma, que era en donde yo vivía. Pero sabía que era arriesgado permanecer aquí siendo que muchas personas sabían que vivía por ahí, lo más seguro que una que otra fan o reportero se encontrará ahí para poder saber algo sobre mi, y que no les sorprenda lo obsesivos que pueden llegar a ser, a mi me daba temor en cierta parte.

Decidí moverme a Itaewon utilizando el autobús, quería ir a un lugar relajado, tranquilo y ocultó, y sabía que había buenos lugares ahí. Minutos después llegué ahí y empecé a caminar entre las calles llenas de personas paseando, con recelo cambiaba entre esas personas tratando que nadie me reconocería, a veces salía con suerte y nadie me reconocía, esos días siempre terminaba con buen humor.

Tiempo después encontré un callejón con un poco de gente, me adentré a el y por azares del destino encontré una cafetería con una fachada bastante melancólica pero a la vez hogareña, sin dudarlo entro ahí, escogí una mesa que se encontraba en una de las esquinas, escondido y eso era perfecto para mí.

En menos de un minuto se acercó un chico con la mirada en el piso, y me preguntó por mi orden, sin saber que pedir le pregunté alguna recomendación y este levantó la mirada para responderme, y me quedé prendado por su belleza, sus rasgos eran delicados y suaves, tenía unos mejillas abultadas, unos labios gordos que daban ganas de morderlos, junto con una nariz de botón y unos ojos pequeños pero que transmitían mucha tristeza.

- H-hay unos moffins de chocolate muy ricos aquí, y el capuchino de vainilla sabe muy bien - sonríe detrás de mí cubrebocas por su tierno tartamudeo, quería acariciar aquel cabello rubio, se veía sedoso.

Le indique que quería esos y este asintió y después se fue para seguir con su trabajo, pero yo no pude apartar mi mirada de él, por alguna razón me llamaba la atención su belleza pero a la vez esa aura melancólica que cargaba encima. Tenía ganas de decirle que todo iría bien y nada malo sucedería, quería consolarlo.

Él regreso a mi mesa y no pude preguntarle acerca de su estado, pero él me respondió con que se encontraba bien, pero sabía que no así que le ofrecí mi muffin, las cosas dulces me consolaban cuando tenía un momento duro y yo quería que él se sintiera consolado, vi como sus ojos se pusieron brillosos indicando que en cualquier momento se rompería y eso me dolió en mi corazón.

Decidí quedarme callado y verlo trabajar mientras tomaba disimuladamente mi capuchino de vainilla para que nadie me reconociera, también aveces me topaba con su mirada y eso hacia que una sonrisa creciera en mi rostro, no le era tan indiferente ante aquel chico, que a mí parecer parecía una hada por lo irreal que era, una pequeña hadita.

Viendo que ya era muy tarde, decidí que ya es tiempo de irme, pero no quería abandonar este lugar sin dejarle unas últimas palabras a aquel chico así que le decido escribir una nota.

"Deberías sonreír más, no sé lo que pase en ti vida, pero se fuerte, y sonríe, enserio que tu sonrisa abrirá muchas puertas a tu vida"

Terminé de escribirla satisfecho, y me paro del lugar, no sin antes dejar el dinero en la mesa. Le eche una última vista aquel chico que se encontraba distraído atendiendo a otra persona y después me salí del establecimiento. Con pasos tranquilos nuevamente recorrí las calles de Itaewon, pero en un descuido donde alguien me empujó mi gorra se callo y mí cubrebocas se bajó levemente dejando mi cara expuesta a los demás, y de un momento a otro estaba rodeado por todas las personas, unas gritándome y otras sacudiéndome, me sentía aturdido y no sabía que hacer, hasta que unos oficiales vinieron al rescaté, lo cual agradecí un montón.

Me dejaron subir a su patrulla y me llevaron a mi departamento, les agradecí nuevamente y estos asintieron y me dijeron que no saliera sin protección, a lo cual asentí. A pesar de lo sucedido no me encontraba de mal humor, todo porque aquellos pares de ojos aparecieron en mi mente dándome un consuelo, la pequeña hadita al parecer hacía magia para hacerme sentir mejor.

Sonríe ante mi tonto comentario y me dirigí a mi estudio, por alguna razón mis manos picaban por tocar el piano gracias una melodía que volaba por mi mente, aparte de una hada era mi musa, aquel chico si que me dejó mal.

Espero que les guste, enserio me está gustando mucho escribir está historia, y al escribir todo sale de mi y ah, me siento feliz con esta historia, por favor apóyenla 💕 

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Dec 14, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Dos Realidades -Kookmin-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora