Capítulo #1; De vuelta.

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Capítulo #1; De vuelta.

Megan.

Usar uniforme de nuevo me causaba mucha decepción. En Australia podía llevar ropa casual todos los días, eh incluso teníamos un día de pijama.

La falda me quedaba bien, pero la blusa me apretaba un poco el busto y me quedaba un poco pequeña de la parte de abajo.

No podía ir así a la escuela.

Como era el primer día, cogí unos jeans, una blusa cualquiera y unos tenis que combinaran.

Al salir de casa puse llave y camine hasta mi nuevo auto. Mamá y papá dijeron que si iba a vivir sola, lo necesitaría para poder transportarme a donde quisiera.

Cuando llegué al instituto, mis ojos automáticamente viajaron hasta el lugar en donde Nate solía poner su motocicleta, pero ésta no estaba ahí.

En su lugar, estaba un auto color gris, no tan nuevo como el que yo tenía, pero era lindo y estaba segura de que cabían como mínimo cinco personas.

Caminé hasta la entrada de la escuela, evitando la mirada que me daban algunos alumnos.

Si, traía ropa casual, y no el uniforme, ¿y qué?

Caminé por el largo pasillo, mirando de vez en cuando si no me encontraba con alguna cara conocida. Como Luke, Luna... o Nate. Principalmente Nate, claro.

Le había dicho a Luna que iba a regresar, pero no le había dicho cuándo, y estaba segura de que ella le había dicho a Luke, pero también estaba segura de que él no le había dicho a Nate.  

Pedí mi horario, me dieron la clave de mi casillero y un pequeño mapa de la escuela, tomé todo, a pesar de que el último no lo necesitaba.

–¿Megan?

Alcé la vista, y ahí estaba Luke con Luna. Sonreí y ellos hicieron lo mismo. Luna se lanzó a mis brazos.

–¡Maldita perra sin sentimientos!

–También te extrañé, Lu.

Se separó de mí y entonces fue el turno de Luke de abrazarme. Vaya, este chico había hecho ejercicio.

–¿Cuándo llegaste? ¿Qué tal Australia? ¿Por qué no me avisaste?

–Lu, tranquila.

–Tranquila Sabrina con sus bubis gigantes –contestó ella–. ¿Por qué no me avisaste?

–Llegué hace dos días. Australia es genial. Porque tenía cosas que hacer en casa y quería darte una sorpresa. ¿Qué con las bubis de Sabrina? Ya contesté esta pregunta.

Luke y Luna rieron un poco. La campana sonó y yo miré mi horario.

–Demonios –murmuré–. Me toca química.

–A mi igual–. Luke alzó su mano.

–¿Luna?

–Lo siento, tengo historia.

Ambos asentimos y ella se fue a la clase de historia. Luke y yo caminamos a la clase y nos sentamos en unos de los asientos del centro, uno al lado del otro.

–No quiero ver a Murillo –dije con fastidio.

–La profesora Murillo ya no es maestra aquí –contestó el rubio.

–¿Qué?

–Si –confirmó él–. A principios del semestre pasado dejó de venir y luego de semanas sin clases de química avisaron que ella ya no trabajaba aquí–. Él se encogió de hombros. Yo asentí.

–Oye Luke...–llamé su atención.

Estaba por preguntarle por Nate, quería saber dónde estaba, si tenía esta clase con nosotros o algo, cualquier cosa que el rubio supiera. Pero cuando estaba por decir otra palabra, aquel chico de ojos azules entró por la puerta.

Ya no se veía como hace meses; su cabello estaba más largo y se veía que él también había estado haciendo ejercicio. No recordaba que la ropa del uniforme le quedara tan bien y que su sonrisa me gustara tanto.

Sus ojos encontraron los míos y su sonrisa fue desapareciendo poco a poco, se quedó parado a media clase, con su cara de sorpresa puesta en mí. No quería despegar mis ojos de los suyos, pero algo a su lado me llamó la atención, o alguien, más bien.

La chica tenía cabello castaño y no se veía nada fuera de este mundo con el uniforme. Era delgada y sus labios llevaban apenas un brillo labial, además de que no parecía maquillarse mucho.

Mi vista bajó a sus manos unidas y algo dentro de mi hizo crack, no sé si fue mi corazón o una costilla que me había roto, aunque estaba segura de que dolía igual, o peor.

Él estaba con otra.

Nate.

No sabía si era algún tipo de mala broma o una mala jugada del destino, pero fuera lo que fuera, no me gustaba para nada.

Ella estaba aquí. Estaba ahí, frente a mí. Y lo peor de todo... es que traía la misma ropa que el día que la conocí.

Su cabello ahora estaba más largo, pero seguía siendo de ese castaño lindo que alguna vez me había gustado.

Sus ojos estaban sobre los míos, pero luego pasaron a la chica al lado mío y después a nuestras manos entrelazadas

–¿Ella es...?

–Si –interrumpí a Meredith.

–Umh –hizo un sonido de aprobación–. ¿Quieres ir a hablar con ella?

Giré para verla, y se detonaba incómoda y nerviosa. Apreté más su mano y me acerqué a darle un casto beso en los labios.

–No –contesté–. Ya la saludaré luego.

Ella lo sopesó un poco y luego asintió. Sonreí y ella hizo lo mismo. Caminamos a unos de los asientos de la primera fila y nos sentamos uno al lado del otro.

El profesor llegó y empezó la clase. Meredith tomaba apuntes en su cuaderno y yo en el mío.

Sentía la mirada de Megan en mi espalda todo el tiempo, podía sentirla mirando a Meredith y a mí. Requerí de muchas fuerzas para no voltear y verla también.

No porque no quisiera, sino porque no debía verla. Sabía que si volteaba no iba a poder despegar mis ojos de ella. Y no debía hacer eso.

Yo ahora estaba con Meredith, la quería mucho y no se merecía que pusiera atención en otra chica que no fuera ella. 

Difícil.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora