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—Nadie cree en el amor a primera vista, hasta que se ve reflejada en la mirada correcta.

—Nadie cree en el amor a primera vista, hasta que se ve reflejada en la mirada correcta

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Regina:

Dormía tranquila en mi habitación hasta que alguien irrumpe mis sueños abriendo las cortinas y dejando al sol colarse por toda habitación. Yo solo me tapé el rostro con mis cobijas, pero al parecer estas fueron retiradas de mi.

—Regina es tarde tienes que levantarte o llegarás tarde a tu primer día de preparatoria.— dijo mi madre, la causante de interrumpir mi sueño donde me casaba con Chris Evans.

Me incorporo lentamente tallándome los ojos.

—Estaré lista en 15 minutos, tranquila madre.

Alza una ceja. —Dime que hiciste ordenaste tu maleta ayer.— se cruza de brazos.

Tanto ella como yo sabíamos la respuesta, digamos que ser distraída es parte fundamental de mi personalidad.

—Bueno ayer no la hice...— me detengo unos segundos pensando en una buena excusa. —porque tenía que sacar al perro a pasear.— digo lo primero que se me ocurre, la excusa más patética que he inventado, al parecer me he superado.

—Regina tu jamás sacas a Chase a pasear, tienes una hora para estar lista con todo, tu chofer te llevara.— da media vuelta para salir de la habitación.

—¿Es necesario que viva en la escuela? el internado está unos minutos de aquí, el chofer me puede llevar cada día.— se detiene en el umbral de la puerta al escucharme.

—Regina, ya hemos hablado de este tema y pensé que había quedado claro, no es negociable.—da un gran suspiro, en el cual pude notar su gran desesperación. —tú eres la hija de la dueña del Millfield School y debes poner el ejemplo, no rompas las reglas y sigue con tu buen promedio.— sin una palabra mas que decir sale de mi habitación.

Doy un suspiro profundo y sin ningún animo me dispongo a tener todo preparado a pesar de estar en contra de la petición de mi madre.

...

Al llegar al internado puedo ver varios estudiantes entrando por la enorme puerta de madera. Dos meses de vacaciones y como olvidar la enorme entrada principal del internado llena de árboles cuidadosamente podados y arbustos simétricos.

Los nervios recorren todo mi cuerpo, mi intuición me decía que algo importante pasaría pero no estaba segura si algo malo o bueno pasaría. Ya estaba acostumbrada al frecuente hormigueo que me avisaba cuando algo estaba por pasar así que lo dejo pasar.

Bajo del auto con mi mochila de cuero vegetal negro colgada de un solo hombro, enseguida pase la mano por encima de mi falda para acomodar los pliegues que se hayan arrugado. El chofer termino de bajar mis maletas del auto dispuesto a llevarlas hacia el edificio donde me quedaría por el resto del ciclo escolar.

Cartas de Amor | Lando NorrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora