one.

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❝ la luz que traspasaba tras las nubes era tan brillante como cegadora, iluminaba el diminuto jardín con total esmero, esperando ser lo suficiente buena para alumbrar el lugar, que sin ella parecía insípido.

minho tambaleaba sus pies en el aire, sentando sobre la rama de un roble fuerte y puramente saludable a la vista. la sonrisa que adornaba su rostro estaba llena de paz, dulzura y tranquilidad. aparentaba esperar algo, sin duda alguna lo hacía, aúnque jisung no sabía muy bien qué, viéndole desde abajo.

muchas palomas blancas pasaron como ráfaga sobre el cielo, con la ilusión de dar vida a lo que no se podía.

—hey, minho, baja de ahí. —reprochó jisung en un grito bajito para que el pelinaranja lo escuchara.

el contrario denotaba no querer bajarse de la rama, pues cada vez sonreía más amplio y se aferraba con diversión al árbol. jisung verdaderamente no entendía el por qué no bajaba de una vez e iban a casa juntos.

entonces, alrededor del pelinaranja parecía empezar a florecer capullos morados y blancos. sin decir ni una sola palabra o dirigir alguna mirada, alzaba su mano y la agitaba en señal de despedida.

—adiós, jisung. —escuchó desde la distancia la misma voz que resolvía sus noches de insomnio.

jisung parpadeó rápidamente confundido.

—espera, ¿a dónde vas? —preguntó con su voz ahora aguda por las amenazantes ganas de llorar sin sentido. —cariño, debemos regresar a casa.

minho seguía ignorándolo, y los capullos se apretaban más a su cuerpo con angustia y desespero reflejado en los ojos marrones.

—no olvides que te amo. —fue un silbido lejano devastador. —adiós. —repitió con la fortuna de ser escuchado claramente.

el mayor volvió a mecer sus dos manos despidiéndose, diciéndole adiós en un ordinario gesto, hasta que se desvaneció entre la abrumadora luz.

al fin jisung estiró su brazo y extendió su palma para intentar retener a minho, pero éste ya se había ido. ❞

con el sudor empapando su cuerpo de a poco, jisung apretaba sus ojos esperando con ansias poder traer de vuelta a minho, poder tomar su mano y acariciarlo como solían hacerlo; algo puro entre dos amantes.

consciente se negaba a abrir sus párpados y dejarlo ir.

todavía sentía la cálida figura de su exnovio en la lejanía, le hizo sentir tan infantil y recobrar la ilusión que perdía día a día de volverlo a ver.

resignado, despertó para limpiar las lágrimas sobre sus mejillas tibias, a su vez que tocaba su pecho acelerado intentando calmarlo, lo que no sucedía. El número tres en azul marcaba en el reloj portátil, y ahora el castaño se sentía más solo e indefenso.

jisung se había prometido un año atrás dejar de llorar por la misma situación. sin embargo ahí estaba, tomando un cuadernillo entre sus puños y a un lado su guitarra pocisionandola en su regazo, tocando acordes inquietantes, y buscando la valentía para afrontar el último adiós de su primer amor.

! imborrable.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora