𝐍𝐮𝐞𝐯𝐨 𝐑𝐨𝐬𝐭𝐫𝐨.

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Omnisciente.

Oliver observó a aquella mujer, portaba unos pantalones de mezclilla negros que le quedaban a la perfección, unos tenis de la marca Birkenstock, junto a una blusa corta que dejaba a la vista su marcado estómago, cabello ondulado, largo y castaño, y unos ojos con tonalidades verdes y marrones, avellana es la forma más simple de llamar a este color de ojos.

Ella tocaba la batería como nadie más lo hacía, él la miraba fijamente, gotas de sudor recorrían su rostro y estómago, Oliver sólo tragaba saliva mientras se perdía más y más en ella.

Hasta que ella volteo a verlo, ambas miradas cruzaron y ella sin parar de tocar le dedico una sonrísa, la cual Oliver correspondió.

Ella pudo ver algo en la mirada de él y él no se dio cuenta de lo que ocultaba la mirada de ella, estaba hipnotizado por la belleza y dulzura de esa chica.

Oliver —la voz de su amigo lo volvió al mundo real— veo que te gusta la forma en que ella toca.

Oliver tan solo se limito a aclarar su garganta y asentir con la cabeza.

-Si, es impresionante —se animó a decir un poco nervioso.
-Te presentaré con ella más tarde —dijo su amigo alejándose de ahí.

Oliver se encargó de ir detrás de su amigo, no sin antes posar aquella mirada de ojos verdes sobre aquella chica.

-¿Qué hacemos aquí?.
-Ella me invitó —mencionó el rizado encogiendo sus hombros— es una vieja amiga, me reencontré con ella hace unos días —soltó una pequeña risa nerviosa preparándose a decir algo— de hecho fué mi mejor amiga y mi novia hace mucho tiempo.

Al escuchar eso Oliver lo observó sorprendido pensando en muchas cosas.

-¿Enserio? —se limitó a preguntar tratando de ocultar sus nervios— ¿por qué nunca nos hablaste de ella.
-Bueno, son cosas que realmente no tienen relevancia.

Oliver lo observó fijamente y se preparó para decirle algo, pero se detuvo al observar a aquella chica de ojos profundos, dirijiendose a ellos.

-Christoph —mencionó ella con una gran sonrisa en su rostro, una sonrisa que a los ojos de Oliver era encantadora.

Oliver observó cómo ella se acercó a su amigo para abrazarlo y besarlo en la mejilla, fué inevitable para él, el no pensar en qué Christoph y la dulce chica tuvieron una relación en la que por supuesto hubo abrazos y besos, seguidos de muchos te amo por ambas partes.

-¿Qué tal? —mencionó Christoph correspondiendo a su abrazo y devolviéndole el beso— mira, te presento a...
-Oliver Riedel —interrumpió la chica posando sus ojos sobre los de Oliver— lo sé, tu amigo, compañero de banda y bajista de Rammstein.
—Christoph se limitó a reír negando con la cabeza— Oliver te presento a Morgan Fischer, tiene un proyecto con sus amigos, ¿cómo dices que llama? —preguntó dirijiendose a ella.
-Schwarze Dunkelheit —mencionó ella acomodando un cabello suelto que se posó sobre uno de sus párpados, poniendo más nervioso a Oliver.
-Así que... —Oliver mencionó confundido tratando de obtener un poco más de fuerza de voluntad— tienes una banda.
-Así es, soy la baterista.
-Y tiene una DW —mencionó Christoph sonriendo un tanto emocionado— siempre fué de gustos caros.

Ambos ríeron mientras Oliver solo los observó, aunque a quién realmente no le quitaba la mirada era a ella, Morgan Fischer.

-¿Quieren ir por un trago? —ella sonrió observando a Oliver— yo invito.
-Si tu invitas está bien —mencionó Christoph, decidiendo por ambos— vamos.

Oliver se limitó a seguir a su amigo y a Morgan, los viejos amigos caminaban por delante dedicándose sonrisas haciendo sentir incómodo a Oliver.

Entrarón en el bar Klunkerkranich, un bar cerca del estudio en donde se encontraba Morgan con sus amigos.

Los tres subieron a la terraza y buscando un lugar donde sentarse, Christoph fué el primero en tomar asiento, después Oliver y por último Morgan, colocándose a un lado del alto de ojos verdes poniéndolo aún más nervioso.

Un Vodka para cada uno, aún es temprano para beber, ¿pero acaso hay una hora exacta en la cuál se debe beber?.

-Bien Morgan, ¿querías que te viera y te diera mi opinión?, pues lo haces muy bien a decir verdad —mencionó Christoph— pero si quieres una opinión de alguien que no es tu amigo y que nunca te mentiría, preguntale a él, no dejaba de observarte.

Morgan volteó a ver a Oliver, quien se encargó de desviar la mirada hacia su amigo, tratando de ocultar, nuevamente sus nervios.

-Si, bueno, lo haces muy bien —mencionó sonriendo— lo haces mejor que Christoph.

Los tres sólo rieron.

-Bueno, en verdad agradezco sus críticas, pero espero que sean sinceros con migo, tú sabes bien que me gustan las personas sinceras Christoph, no quiero que solo me digan que está bien por quedar bien conmigo.
—Christoph suspiró pensando en cómo decirselo— velocidad —mencionó desviando la mirada— sabes que tú siendo la baterista llevas el control de todo, si tu fallas los demás fallarán.
—ella asintió con la cabeza— bien, he practicado mucho, en verdad mucho y lo seguiré haciendo, así que prometo que mejorare, de hecho tengo un profesor —rió por esto último que dijo— eso se escuchó raro.
-¿Profesor eh? —mencionó Christoph.
-Debes saber quien es —respondió ella recordando el nombre— Ludwig Fletcher.
-¿Cómo es que... —preguntó Christoph sorprendido pero ella lo interrumpió.
-Él me vio tocando en un bar, solo coincidimos
-¿Y que tal?.
-Es muy duro, me está costando un poco de trabajo, y ya se que mi velocidad está mal, él se encarga de echarmelo en cara cada vez que puede, bueno Christoph, cuéntame que ha sido de tu vida, ¿lograste superarme después de todo? —rió recordando los momentos que pasaron juntos.
-Muy graciosa Morgan —respondió Cristoph riendo por igual— no ha habido mucho, ya sabes, música y solo eso.
-¿Y tú? —preguntó Morgan dirigiéndose a Oliver quién se sorprendió por qué ella lo tomase en cuenta.
-Lo mismo que Christoph —respondió encogiendose de hombros.
-¿Y tú que haces además de tocar? —preguntó Christoph tratando de indagar más en su vida.
—ella lo observó fijamente pensando bien en qué responder— nada —se encogió de hombros restándole importancia.
-¿Me vas a decir que no haces nada ademas de hacer música? —Christoph rió mirándola fijamente.
-Hago música, asisto a clases, hago poesía, es todo lo que te puedo decir Christoph —finalizó encogiendose de hombros negando con la cabeza— deja de preguntar.

Un celular interrumpió la platica de ellos, Christoph se levantó para ir y responder, alejándose de Oliver y Morgan, los cuales se observaron fijamente.

-¿Y... —mencionó ella rompiendo la tensión que se encontraba presente en aquellas miradas— ¿Qué tan difícil es tocar el bajo?.

A Morgan realmente no le interesaba eso, todos saben que se necesita tener fuerza en los dedos y muñeca para tocar un bajo, en pocas palabras, es difícil si quieres tocar como un experto.

-No es difícil —mencionó Oliver sorprendiendose por la pregunta.
-Deberías enseñarme —sonrió, mostrando su ternura frente a Oliver.
-¿De verdad quieres aprender? —preguntó sorprendido y a la vez fascinado por tan dulce y encantadora sonrisa.
-Claro, no te lo estaría pidiendo si no fuese así —ambos rieron— te veo en una semana, en el estudio.

Oliver se sorprendió por la "invitación" de Morgan.

-¿Tienes un bajo al menos? —preguntó tratando de ocultar su asombro.
-Herman tiene tres, le pediré que me preste uno —respondió haciendo alusión a su amigo y compañero de banda.

Christoph regresó observando a sus amigos platicar.

-Tenemos que irnos —mencionó sacando a ambos de su conversación— Morgan en verdad me gustó verte tocar un poco, nos vemos luego.
-Claro —mencionó ella dedicando una nueva sonrisa que a los ojos de  Oliver solo le hacía verse más y más encantadora— te veo en una semana —se dirigió al hombre que no había podido dejar de verla desde el primer segundo en que sus ojos verdes se posaron sobre ella.

Los dos amigos se fueron del bar, Morgan volvió a su asiento, suspiró con fuerza y se dijo a sí misma que Oliver podría ser un nuevo nombre en su lista, pero que sería un hombre prohibido.

Mónica Danfel.

𝙐𝙉𝘼 𝙇𝙐𝙕 𝙀𝙉 𝙇𝘼 𝙊𝙎𝘾𝙐𝙍𝙄𝘿𝘼𝘿Donde viven las historias. Descúbrelo ahora