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Estábamos sentadas en las escaleras del patio trasero. En dónde nadie nos veía.

Hoy Nayeon no vino a clases, y Sana se encuentra en dirección. Así que aquí estamos.

—Te gusta lastimarte, ¿no es así? —preguntaste con la mirada perdida.

—¿A qué te refieres? —te contesté viéndote.

Te acercaste demasiado a mi.

—Tú sabes a lo que me refiero —dices a pocos centímetros de mis labios.

No podía dejar de mirarte a los ojos. Los cuales se cerraron al momento en que tus labios se juntaron con los míos.

Dándonos lo que tanto necesitábamos.

G I R L // DahmoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora