Listón amarillo [GoChi & Black]

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Disclaimer: Los personajes y el mundo en el que se desarrolla la historia le pertenecen a Akira Toriyama.

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Goku & ChiChi

Sus ojos la encontraron de inmediato en el momento en que entró en la habitación. Estaba de pie dándole la espalda mientras observaba el paisaje nocturno más allá de su ventana. La luz de plata de la luna creciente bajando y posándose sobre su rostro, con un vaivén de motitas plateadas chocando con su piel.

Goku sonrió.

A veces pensaba que jamás se iba a acostumbrar a la belleza de su mujer. Siempre que la contemplaba se descubría invadido de una sensación abrumadora que no terminaba de comprender. Era como magia. ChiChi era magia.

—ChiChi —la llamó. Su voz, aunque suave, la exaltó, haciendo que diera media vuelta—. Lo siento, no quise asustarte.

—No te escuché llegar —reflejó su sonrisa comenzando a caminar hacia él. Llevaba el cabello recogido con un listón, como de costumbre—. Pareces cansado —se acercó hasta quedar lo más cerca posible. Estando a tan poca distancia, se sintió embriagada por su olor; no era un olor a sucio o a sudor, era más bien a tierra, un olor que le recordaba su infancia, cuando ansiosamente esperaba su regreso. Le fascinaba— ¿Quieres que te prepare algo de cenar?

Pero en realidad, quien lucía cansada era ella y Goku se dio cuenta de inmediato. Su piel estaba más pálida que de costumbre, sus labios no tenían el tono rosa que tanto le gustaba y debajo de sus ojos podían distinguir unas sombras extrañas, algo que Goku jamás le había visto.

—No tengo hambre, Chi —sus palabras hicieron que la mujer abriera mucho los ojos. No recordaba haberle escuchado pronunciar esas palabras en todos los años que llevaban viviendo juntos—. ¿Qué tal si mejor vamos a descansar?

Sintió una sensación desagradable al verla y no era precisamente porque no luciera tan hermosa como siempre, sino porque, en el fondo, sabía que no estaba cuidando bien de ella. Tenía que preocuparse más por su esposa, ponerle atención, cuidarla. Había pasado demasiado tiempo entrenando en el pequeño planeta de Kaio-sama y por la mañana se iría nuevamente. No quería que su última noche al lado de su esposa fuera solo a base de contemplarla cocinando para él. Tenía hambre. ¡Por supuesto que tenía hambre! Él siempre estaba hambriento. Pero en ese instante, el deseo de cuidar y consentir un poco a ChiChi era mucho más grande que su apetito. Ya tendría tiempo de comer estando en casa del Kaio, aunque el simple recuerdo del sabor de su comida le arrancara una mueca de sus labios. No había comida en el mundo que se comparara con las delicias que preparaba la mujer que tenía en frente. En realidad, no había nada en el universo que se comparara con ella.

—¿Estás seguro de eso, Goku? —preguntó preocupada— Puedo preparar algo rápido para que comas antes de ir a dormir.

—Tampoco quiero dormir.

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