Capítulo Uno: Una vida de lamentos

2.4K 151 69
                                    


(traducido al español por la querida Anneth White)

Ya era verano en Nueva York. El calor arrasaba con la ciudad durante el día y las noches se empapaban en la densa y oscura humedad oscura. Llegaba el atardecer pintando el cielo con miles de tonalidades rojizas. En un apartamento en el West Side, un hombre alto y atractivo estaba de pie al frente de su ventana abierta. Su mirada azul se perdía en el atardecer, mientras los últimos rayos del sol caían sobre su rostro, como una cálida sonrisa. Una chica, hacía mucho tiempo atrás, solía sonreírle de esa manera. Cálida y radiante. Su cigarrillo se balanceaba en el borde de sus labios entrecerrados. Tomó una calada de él y dejó salir el humo en una larga exhalación, viéndolo dispersarse en el aire, como si se escapara su alma. Su largo cabello oscuro estaba pegado a su húmedo cuello. Demasiado calor, pensó. Estaba de pie, con su camisa abierta, esperando algo de brisa. Daría todo por escaparse por un rato.

"¡Terry... Terry!" los gritos de su esposa se escucharon desde la otra habitación. Él suspiró.

"¿Qué quieres Susana?" preguntó sin moverse de donde estaba, con un tono severo. Se sentía cansado por su deseo incumplido de estar a solas por un tiempo.

"¡Santo Dios, Terry! ¿Quieres que grite, para que todos nos escuchen, todos los días?", la voz al otro lado de la pared ahora sonaba irritada.

Los labios de Terry se transformaron en una delgada línea. Aplastó el cigarrillo en el cenicero y caminó hacia la habitación. Le había ayudado a Susana a recostarse en la cama justo antes de ir a disfrutar el fumar solo, en la quietud de un instante. Ella se había acomodado contra la almohada y estaba sentada desnuda, bajo las sábanas que le cubrían de la cintura hacia abajo. Su larga cabellera caía como dos gruesas cintas doradas sobre sus senos. Él no esperaba que ella se hubiera quitado la ropa. Su sorpresa lo hizo retroceder.

"No te preocupes, no te morderé", le dijo ella con un tono amargo. "Hace mucho calor. No pude pensar qué más hacer."

"Bien", le respondió, "¿Necesitas algo más Susana?"

Ella dudó por un momento. "¿Dormirás en tu estudio esta noche de nuevo?", le preguntó finalmente. El anhelo en su voz no pasó desapercibido.

"Creo que sí", le dijo estremeciéndose internamente. Esas preguntas que ella le hacía lo hacían sentir incómodo, pero las seguía haciendo a pesar de que su respuesta era siempre la misma, una y otra vez, "después de todo hace mucho calor... no creo que pueda dormir esta noche."

Ella permaneció en silencio. Frustración y rabia habían empezado a brillar en sus ojos que miraban al espacio vacío al frente de Terry. "Desde que nos casamos, nunca más hemos dormido juntos Terry." Con un tono de voz reprimido. "Podría excusarlo cuando no estábamos casados," las palabras abandonaron su tensionada boca como las primeras gotas de una tormenta que estaba por estallar. "Pero ahora que soy tu esposa, ya por tres meses, me hace pensar que tu negación para que durmamos juntos es una ofensa", explotó, con sangre bajo su piel que hizo enrojecer su cara.

La mirada de Terry se tiñó de rabia. "No presiones Susana", y le dio la espalda para salir de la habitación.

En ese momento ella no sentía nada de lo que había sentido antes. Lo había adorado desde el momento en que puso sus ojos sobre él. Con Terry ella había imaginado su vida completa. Ella se hacía notoria cuando él se paraba a su lado, la gente se daba cuenta de que ella estaba allí. Él había sido su sol y ella se alimentaba de su luz. Ella sabía desde el comienzo que tendría que ir al infierno para hacerlo suyo. Él le pertenecía a ella y solo a ella, pensaba de manera maniática internamente. Pero en todo este tiempo, Terry nunca bajó su guardia; se comportaba de manera controlada, cordial, distante. Después de haber alejado a Candy, ella había esperado que con el tiempo Terry se hubiera dado cuenta de la excelente mujer que tenía a su lado. Ella había sido la estrella en ascenso de la compañía de teatro, no obstante haber perdido una pierna en el accidente. No le había importado... todo por salvar a Terry. Aunque, de la manera como lo había planeado, no iba a ser un accidente fatal. A pesar de todo, una pierna por una vida al lado de él...

EN EL ÚLTIMO INSTANTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora