I.

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Destrúyeme

Jaebeom

Son deseos cruciales, todo va a pasar y volverá a la normalidad.

Traté de memorizar todos los días esas palabras con el propósito de sacarla de mi mente, de borrar de mi ser esos pensamientos locos que llegaban a mi cabeza cada noche antes de dormir. Negarlo y negarlo hasta que pudiera eliminarlo de mi cerebro, iba a funcionar, ni era la primera vez que mi mente se enjaulaba así con alguien.

—Qué asco.

No pude evitar hacer cara de desagrado al imaginar una relación amorosa de ambos, dos polos opuestos que no se odian pero tampoco se complementan ni se ligan.

Todavía era un tema chocante para muchos en la facultad de economía el hecho de ser cuidado por una Nana proveniente de Jamaica que llegó a Corea de Sur como inmigrante junto a su familia cuando era más pequeña y que había tenido una hija luego cuando ya era una adolescente. Ellos no sabían que esa Nana negra como la etiquetaron, había estado para mí y mis hermanos aún pequeños cuando unos padres ambiciosos decidieron aceptar el reto de tener un trabajo lleno de responsabilidades y desafíos que ambos querían cumplir hasta alcanzar el puesto de gerentes en las diferentes áreas en las que trabajaban.

No éramos millonarios, teníamos suficiente dinero para poder comer y pagarle a una señora el quedarse en la casa con tres hijos varones de diferentes edades, permitirle traer su pequeña hija mixta vivir en la casa para que pudiese criarla y no le quitaran el derecho de madre.

—¿Qué te da asco?

Los pelos en mi piel se erizaron hasta encresparse ante el sonido suave de su voz aterciopelada y tímida con la que había soñado unas cuantas veces.

Di la vuelta.—Todo.

Mis ojos chocaron con los grandes  suyos y por un momento pude visualizar el miedo en estos, no podía culparla por temerme si siempre que le hablaba terminaba respondiéndole de mala gana o simplemente ignorándola.

—Siempre anda asqueando todo.— un Choi Hyun apareció a su lado poniendo un brazo por sus hombros.—¿Te das asco tú mismo cierto?

Lentamente inspeccioné cada rincón del pequeño roce que tenían, cómo sus hombros estaban tensos, los brazos de mi hermano jugueteando alrededor de su cuerpo y la sonrisa que llevaba como idiota.

Una chispa ya conocida y molesta para mí dio señales de vida en mi pecho haciéndome actuar sin pensarlo por quinta vez en este mes.

Los empujé.

—Ashanti, llévame una pastilla para la migraña y un poco de agua.—le ordené cuando estuve de espaldas a ambos.—La quiero no muy fresca y ahora mismo.

Salí sin importarme qué respuesta iba a obtener de su parte, era obediente y escuchaba todo lo que les decíamos mis hermanos y yo, pero por alguna extraña razón la única persona que no me molestaba que le ordenara cosas era yo mismo o el pequeño Mathew que lo único que le pedía era jugar y jugar todo el día.

Dentro de la habitación, agradecí por un instante tener las luces apagadas y las cortinas oscuras para poder escabullirme entre las sábanas también oscuras de la cómoda cama que tanto amaba con mi corazón, un pensamiento brusco de esos que me atacan a las 1:00 AM llegaron inoportunamente a mi mente.

Destrúyeme | im jaebeomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora