Pesadillas

- Te quiero mucho hermanito, no lo olvides.

Las palabras de su hermano se sentían como miles de cuchillas atravesándolo, era su única familia a quien más quería en este mundo y la posibilidad de perderlo lo mataba por dentro, más de esta manera, más estando al borde de la muerte por un plan del que él era responsable.

- Andres, por favor!

Sergio se despertó sobresaltado, con lágrimas en los ojos, con la respiración agitada. Otra vez había soñado con su hermano, miró a su derecha y encontró a Raquel durmiendo plácidamente. Jamás se acostumbrará a la sensación que ver a Raquel junto a el le provoca. Incluso después de sentirse tan agitado por el sueño de su hermano la simple presencia de Raquel le trae calma y sin notarlo es capaz de absorber un sentimiento de seguridad de ella, de fortaleza y no se siente digno de ella. Se pregunta una y otra vez que habrá hecho para merecer a Raquel. Se pregunta porque ella es tan buena con el, si el no es más que un hijo de puta.

Se inclinó hacia ella y besó su hombro suavemente. Raquel al sentirlo se despertó y se giró hacia el.

- Cariño ¿Que pasa? - Pregunto ella viendo su rostro rojo y sus ojos hinchados

- No es nada, solo he tenido una pesadilla - Dijo el acariciando su cabello suavemente. No era de esas personas que dicen todo lo que sienten, que se abren y dicen sus sentimientos. Confiaba en Raquel con toda su vida, pero no quería preocuparle otra vez con sus pesadillas, ya que no era la primera vez que pasaba - Perdón por despertarte solo quería mirar de nuevo tus hermosos ojos marrones, eso me hace feliz.

Sergio se acercó lentamente a ella para sellar sus bocas en un beso lento. Ella acarició su mejilla suavemente. Quería demostrarle que podía confiar en ella, podía ayudarlo a superar. Raquel rompió el beso se sentía mal por el, quería ayudarlo.

- No me mientas, se que volviste a soñar con la muerte de Andrés - Respondió Raquel tomando su rostro con las dos manos - Cariño tienes que dejar de culparte por su muerte, no fue tu culpa.

- Simplemente no quiero preocuparte.

- Sergio si no me dices nada de lo que te pasa me preocupas más ¿Sabes qué me puedes decir lo que sientes, verdad? Yo te voy a ayudar a superarlo porque no es justo que te sigas sintiendo así por algo que no fue tu culpa - Susurró Raquel.

- Lo sé, confío en ti y se que puedo decirte lo que siento y también sé que puedes ayudarme, vuelve a dormir yo iré por un vaso de agua.

372 días. En total habían sido 372 días en los que estuvo solo, totalmente solo, con demonios de culpabilidad y fracaso atormentando su cabeza cada minuto de cada día, cada maldito minuto. Durante todo este tiempo Sergio sintió todo el peso de sus acciones sobre el. Porque ¿a que costo? A que costo vengó el nombre de su padre, el mismo que pasó tantos años arriesgando su vida por el, de la misma forma que lo había hecho por Andrés.

La muerte de su hermano fue lo peor que le ha pasado y el sonido de sus múltiples balazos impactando contra el pecho de Andrés resonaban en su oído todo el día y por la noches se avivan en sus pesadillas, aquellas que después de dos años no se habían ido del todo. Y es que la realidad era que si se culpaba por la muerte de Andrés y en el fondo también lo hacía por la de su padre. Ambos lucharon para que Sergio pudiera vivir la vida que se estaba perdiendo pero no fue posible, después de la muerte de su hermano y el fracaso de su jodido plan Sergio se perdió en la soledad y comenzó a actuar por instinto, sus movimientos mecánicos y su corazón hundido.

Había fracasado rotundamente y lo había perdido todo, incluyendola a ella. Raquel ocupó su mente durante ese año de soledad, pero la vida lejana como un faro cuya función es guía pero cuya luz no sirve, así la percibía. Quizás su reencuentro fue lo único que lo mantuvo en pie durante esos 372 días y esperarla casa uno de esos en el bar fue su única razón de despertar todas las mañanas.