En la calle comercial más abarrotada de la ciudad hay una risueña anciana, antes bibliotecaria, que vende todo tipo de libros enviados por sus antiguos dueños desde diferentes sitios del país. Es común encontrar dedicatorias llenas de deseos, facturas, viejos separadores, cheques sin fondo, dibujos desgastados y muchas cosas que la gente abandona en medio de las páginas de los libros que donaban o que perdían y al no reclamarlos acababan en donación o venta.
No es común encontrar libros de tapa dura en excelentes condiciones ni con editoriales actuales o años de edición dentro de esta década pero lo más particular de este libro en cuestión es que ninguna de las manos que tocó casi todas sus páginas ni los ojos que observaron absortos la mayoría de sus frases pudieron percatar que la contraportada contenía párrafos escritos con letra cursiva y cubierta por una de las hojas que se acostumbra dejar luego del epílogo.
Y sólo una niña, curiosa del mensaje escondido que había encontrado revisando los "nuevos" libros adquiridos por su abuelo, llegaría a leer dichas palabras sin comprenderlas antes del mensaje oculto ser sellado de nuevo por sus manos descuidadas.
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Todo es envuelto por la misma luz, el mismo color. Los muebles, la alfombra, la puerta y los cuadros son nuestro escenario perpetuado bajo la solidez de un solo color. Entrelazar tus dedos con los míos y juntas seguir el ritmo de la música es el único propósito de mis torpes pasos, al tiempo que la calidez en mi pecho crece con cada vez que sonríes o que tus ojos se posan en mí. Con cada segundo que pasa sólo puedo reír pero al momento en que me sujetas de una mano, la pones sobre nuestras cabezas y me llevas a girar al ritmo de la música los matices aparecen otra vez y la habitación toma su color habitual.
El pensamiento de ella como una persona hermosa que brilla más allá de todo ha perdurado desde el día que le conocí en una feria universitaria de ciencias. Escucharla hablar fue hipnosis para mí, su voz era tan melodiosa aunque no entendía ningún concepto y acercarme aferrada a la casualidad de las dos estudiar en la misma universidad salió de forma exitosa. Así comenzamos a salir tiempo después y oírla, hacerla reír, besarla y abrazarla era irreal para mí, la sentía como una estrella que levitaba en la tierra. Con los meses me consumí casi toda en ella y pensaba que por su resplandor no tenía necesidad de demostrar esfuerzo o afecto en respuesta de todo lo que le ofrecía y daba. Me amaba y yo a ella aunque el amor que recibía no parecía tener mucha diferencia con el de sus amistades y eso me dolía.
Aprendí a decirle estas cosas a pesar del silencio que se posaba en el lugar, siempre tan incómodo, deseoso de abarcarlo todo y difícil de ignorar como un elefante gris en una sala. Decía que me adoraba con todo su corazón y que si yo necesitaba más demostración de ello lo haría pero como un salto de fe no dado siempre tomaba impulso pero no decidía en saltar. Y así me di cuenta que la adoraba y amaba tanto que no veía que tal vez ella no me amaba en la forma en la que yo quería ser amada.
La amo pero no quiero ser consumida ni dejar que con el tiempo todos mis sentimientos se apaguen y sea yo la que cause emociones dolorosas.
Y en la última fiesta cuando ya era tiempo de irnos pero el anfitrión pidió una foto con todos los que quedamos y al posar juntas ella me tomó de la cintura, besó mi mejilla y susurró que me ama, juro que faltó poco para romper en llanto.
Aún deseo que nuestro amor pudiera vivir bajo una luz cálida que abraza y llena todo pero no puedo sólo ignorar los matices.
Con esto materializo y dejo ir.
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Saludos ^^
Esta historia fue inspirada en las canciones Thought of you de Ryan Woodward y Mr. Loverman de Ricky Montgomery.
Estas dos canciones son de mis favoritas para lavar platos y para sentir su letra y quedarme pensando en ellas aunque no comparta experiencias con el mensaje de cada una.
Así como a mí me ha dejado de que pensar estas canciones, ¿que te deja a ti este relato que te traigo?
También les dejo este pequeño dibujo que hice en estilo pixel art (podría decirse que el cielo es una representación de los matices y de la existencia de más colores y de más sentimientos que la protagonista va descubriendo en el transcurso de su relación).
Con esto me despido y les deseo días tranquilos y amenos.
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Los que perdieron el tren al olvido
Short StoryLos que perdieron el tren al olvido, en realidad, no extraviaron aquel boleto que se les dio al cruzar el umbral de la existencia sólo fue la añoranza que escondió el papelito en las profundidades del océano; debajo de una ciudad de hierro; en las e...