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Mi hogar consistía, tristemente, en goteras, filtraciones de agua por todo el techo. En la estancia, en la cocina se encontraba tres de ellas, en mi cuarto detrás de la puerta, en la habitación de mis padres y una en el baño, la cual, en el silencio de la noche y el eco del baño se escuchaba con claridad. Hace varios años que vivimos así, ya es una costumbre que cada que llueve, tenemos que poner toallas o alfombras viejas.
Y lo primero que escucho al entrar, —después de aquel encuentro— son los gritos de mi madre contra mi padre. Es normal que en ésta casa se escuchen gritos de todo tipo de tema, desde los programas de mis padres hasta gritos de discusión.
—¡Estoy harta! ¡Siempre hay una gotera, si no es en nuestra habitación, es en la estancia y sino, en la cocina! —vocifera antes de verme parado con la ropa empapada en la puerta.
Me dirige una mirada que es indescriptible, es aquella mirada que no sabes si irte y no volver o pasar a tu cuarto y no salir. En estos casos, solo me saco las zapatillas y me voy de punta en punta hasta mi cuarto donde me desvisto y me ducho ni bien entro al baño.
El agua cae sobre mi piel sacando las gotas de barro sobre mis piernas, el agua bajo mis pies se convierte en poco tiempo chocolatada y al terminar, cierro las canillas y me pongo una playera fresca y me quedo en bóxer. En la puerta corrediza de vidrio, que se encuentra en la otra punta de la habitación, en contrario de la puerta, se nota lo pacífica que se vuelve la tormenta, para que luego el cielo se vuelva en una tono anaranjado y termine volviendo el viento atroz. Una vez más llueve pesado y con fuerza.
Me quedé dormido recostado con un cómic en la barriga, al mirar por la puerta corrediza de vidrio el cielo estrellado se veía con claridad. Salí al patio que se encontraba ahí, sin más, y salí descalzo. Al sentir el fango bajo mis pies, me recorre un escalofrío por la espalda y se extiende hasta mis brazos. Levanto la vista y miro con atención y admiración las estrellas brillantes.
—Nunca lo he visto tan brillante.
—declara alguien al otro lado de la pared. Bajo la mirada y me encuentro con Merak, sus brazos apoyados sobre la separación que hay entre jardín y jardín.—No, nunca. —sonrío de lado. Merak es mi vecino desde que éramos bebés, vivíamos en el barro y hacíamos carreras de bicicletas hasta tarde.
No pude evitar pensar que puede ser a causa de la aparición de aquel chico. Que por extraño que sea, aún no me sé su nombre.Me acerqué hasta la cerca, pero Merak la saltó y se quedó frente a mi. Nos saludamos con la mano y un abrazo, y luego con las manos en los bolsillos se quedó mirando el cielo. Sus ojos brillaban bajo la gran iluminación de aquellos motores de energía cósmica.
—¿Terminaste bien las materias?
—indagué con un tono de voz invariable.Se gira aún con las manos en los bolsillos y me dice. —Supongo. La verdad es que no me importa. —larga una carcajada estruendosa que podría jurar que se escuchaba a cuatro cuadras de mi casa. Sonreí levemente ante su respuesta.
—Hijo, te traje sándwiches. Te perdiste la cena. —mi madre entra a mi habitación, buscándome con la mirada y termina acercándose hasta el umbral de la puerta corrediza de vidrio. —Hola Merak, ¿Cómo terminaste las materias? —indaga mi madre con la mirada fija en él.
Deja los sandwiches en la punta de la cama y luego se incorpora, y pone una mano en su cintura. —Bien. Aprobé todo como siempre. —sonríe y agarra un sándwich.
Mi madre se retira y dice. —Me alegro por ti, Merak. —se escucha la puerta cerrarse y agarro un sándwich.
Antes de que el plato de sandwiches se termine, Merak se despide de mí con un choque de puño y salta nuevamente la cerca. Dejo el plato a lado de la cama y me acuesto cerrando los ojos, pero segundos después, tengo los ojos abiertos de par en par y no puedo dormir.
Doy algunas vueltas en la cama, tomo agua y sentir el cansancio corporal, encuentro la posición correcta y me duermo tan profundo que no escucho la alarma del despertador y siento el calor en mis mejillas. Abro los ojos y noto que ya ha amanecido y el calor es insoportable.
Me incorporo y cierro las cortinas, sudor caía por mi frente, me tomé una ducha, me puse una camiseta blanca y mi short rojo favorito, lo era ya que eran muy cómodos. Salí descalzo hasta la estancia donde mis padres veían televisión, me adentré a la cocina y en un vaso serví limonada, me la tomé de un solo trago.
—Buenos días, hijo. —exclama mi madre al verme salir de la cocina.
—Buen día, madre. No me esperen hoy para la merienda, no vendré hasta la hora de la cena. —dije con un tono ronco, ya que recién me había despertado.
—Acrux, ¿Cuando me vamos a hacer el motor de la estanciera? —preguntó Diadem, mi padre con un toque de reproche en su tono de voz.
—No lo sé.
—¡No lo sé, no lo sé! ¡Siempre dices lo mismo! —gritó de repente.
—Dem, tranquilízate. Es joven, está de vacaciones. —la voz de mi madre en estas circunstancias se tuerce en una voz suave y comprensiva.
Mi padre hace una mueca, quiere decir algo, pero siempre se lo guarda. A veces pienso que exagera por todo, quisiera que comprendiera que las cosas no siempre son como mi padre las dice. Dirijo mis pasos a mi habitación y cruzo la puerta corrediza de vidrio, para luego gritarle a Merak que me lo encuentro en la playa. Y en instantes él me responde con un SÍ fuerte y agudo.
Cierro la puerta corrediza de vidrio, salgo de mi habitación, me pongo las ojotas y salgo para luego, montarme en la bicicleta y salir disparado a la playa Stewart, allí siempre hacíamos las reuniones, pues, es mejor playa que la otra.
Su arena fina, aguas a veces cálidas y era nuestro único punto de unión dónde no nos encontrábamos con los turistas. Aunque eso siempre quiso Merak hacer, encontrarse con turistas mujeres jóvenes.
El viento se encontraba maravilloso, no era cálido ni pesado, era más bien un brisa ligera. Las olas del mar se escuchaban a la lejanía, pude ver alguien corriendo en la arena cerca de donde terminaba el mar.
Me detuve, y me lo quedé mirando. Y aún así, no pude descifrar quién era.•••
Nota de la autora:
Hola, qué tal mis estrellas?
¿Quién será ese desconocido? ¿Será el chico turista? ¿O alguien sin importancia?Déjenme aquí los shipps...
Y aquí sus opiniones... (◍•ᴗ•◍)❤
Gracias por leer y votar. Espero que les haya gustado el primer capítulo y muchos más.
—Arcia Marz.
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Las Estrellas Entre Nosotros. © ✓
Roman pour AdolescentsAcrux Lagge es un jóven que adquiere aventuras conforme transcurre el verano, nuevas cosas que nunca había hecho con anterioridad y entonces, conoce a alguien. Siente una fuerte y extraña conexión con este alguien, su nombre es un enigma para Acrux...