Una odisea del destino.

La soledad como maestro

Todo comenzó con el nacimiento de un pequeños bebé, tan indefenso como una hormiga pero tan lindo como la luna misma, tiempo antes de su nacimiento los dioses de alto rango habían estado realizando los preparativos para mandar al ave fénix para bendecir el futuro de este niño no nacido, pues este era descendiente de un emperador sabio que no solo procedía al actual sino que venía de hace muchas generaciones, en realidad está era una especie de tribulación para el no nacido pues aunque todavía siguiera en el vientre ya poseía aura y potencial para convertirse en un gran inmortal. Cuando llegó la hora del parto todo iba bien a excepción de la emperatriz que se encontraba en labor de parto, cuando el joven principe por fin logro estar en brazos de su madre ,lloro y lloro hasta más no poder y en ese momento descendió el ave fénix para darle su bendición, pero algo paso y es que de repente todo se oscureció y apareció una gran sombra de un dragón, el fénix había quedado petrificado pues era inmenso y desbordaba mucho poder, y el dragón dijo ( este niño será bendecido por mi y cargará con un cruel destino, para poder alcanzar un nivel mayor al de un inmortal deberá de encontrar su emociones y superarse así mismo) he aquí mi bendición, serás invencible pero al mismo tiempo vulnerable, es una maldición y bendición que deberás aprender a cargar, pero te aseguro que todo valdrá la pena...
De repente el silencio gobernó el lugar y tanto el dragón como el ave fénix después de darle un beso en la frente del recién nacido, desaparecieron y dejaron el lugar como si nada hubiera ocurrido, el emperador le ordenó a los sirvientes que nadie podía revelar lo que había sucedido en esa noche, pues el que se atreviera a decir algo, le cortarían la lengua y matarían a todo su clan.