uno.

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Le era difícil no recordar el por qué estaba casado con él.

—Por supuesto que sí, sabe que es mi vida entera.—esos labios chocaron agrios con su boca.

Yoonoh era hermoso, elegante y educado. Un hombre perfecto... perfectamente despiadado.

Sus padres lo vieron como un candidato perfecto para su débil hijo.

Taeyong no era despiadado, tampoco sin corazón. Sin... nada, en cambio, Jaehyun era lo contrario.

—Tienes mucha suerte, Taeyong. Tu marido es un hombre hermoso.

—Gracias, señora Kim.

Taeyong tragó saliva cuando sintió la mano de Yoonoh en su cadera. El perfume de una mujer pegado en la camisa de su marido.

Taeyong giró su vista hacia un hombre un poco más alto y de cabello rojizo que lo miraba como hipnotizado. El hombre le sonrió a penas y giró su vista rápidamente.

Las reuniones sociales eran así... ellos siempre eran perfectos.

[...]

Una hora después, Taeyong se colocó el pijama poco a poco mientras veía como Yoonoh se vestía para largarse de allí.

—Hoy un hombre me miraba.—habló. Su mirada cansada, perdida...

—¿A ti?—la risa de Yoonoh se escuchó por la habitación.—¿Por qué te mirarían a ti cuando tienen a mujeres más bellas?

—Tal vez... soy lindo para alguien.—Taeyong hacía aquello involuntariamente, tratando que algo de celos surgieran en él.

—Debe de usar lentes, eso seguro.—Yoonoh se acomodó su camisa viéndose al espejo y suspiró.—Así que me iré ya. Duerme o come, o llora como casi siempre haces... sólo trata de quedarte vivo para el lunes, te necesito feliz. Nos juntaremos con el dueño de las corporaciones Kim.

Yoonoh lo miró, ojeándolo de arriba a abajo.

—Duerme.—y gruñó las siguientes palabras con asco.—Mi amor...

La puerta de la habitación se cerró de un portazo. Taeyong dio un giro en la cama y bajó la vista.

¿Tan grotesco era para Yoonoh?

¿Era feo?

¿O su cabello castaño era feo?

¿Era muy flaco? ¿Era muy gordo?

Hizo lo que todas las noches hacía, se levantaba y caminaba frente al espejo; soñando que Yoonoh regresaba y lo abrazaba por atrás.

Fingió la sonrisa que le regalaba a la gente ajena a su vida privada. Se miró lentamente, se desprendió la camisa y la abrió.

Había empezado a ir a un gimnasio al menos tres o cuatro veces por semana, había comenzado una dieta e incluso iba a una estética... todo con ilusión de que Yoonoh lo viera.

Le daba vergüenza que por cada reunión a la que fueran, siempre había alguna mujer que sabía que Taeyong era casto... que Taeyong no sabía lo que era ser tocado en una cama.

Porque Yoonoh se encargaba de dejarlo en claro todas las noches que se iba y no volvía hasta al otro día.

Taeyong deshizo lentamente su sonrisa, sus ojos llenándose de lágrimas.

¿Cómo pudieron pensar sus padres en casarlo con el magnate más joven y exitoso del medio? ¿Por qué no pudieron confiar en él para las riendas de la empresa familiar?

Las lágrimas comenzaron a correr lentamente por sus mejillas. Taeyong se dejó de ver en el espejo y se acostó en la fría y solitaria cama.

Él se sentía vacío, solo... ¿Qué había mal con él?

Y cuando estaba a punto de dormir, recordó la sonrisa que aquel hombre le dio aquella misma noche, temprano, y una sonrisa débil se dibujó en sus rosados labios.

Soy lindo para alguien.—murmuró bajo, cerrando sus ojos.

Muchas horas después (cuando el reloj marcó las cinco de la mañana) Yoonoh volvió.

El perfume fuerte femenino estaba pegado a su piel. Se sentía saciado, tranquilo y... vio a Taeyong.

Hizo una mueca de asco y se durmió por encima de las sabanas con las que Taeyong se tapaba.

El mismo que estaba despierto y bajó la mirada hacia el suelo. Otro perfume más a la colección que Yoonoh solía traer.

Y las siguientes noches pasaron de la misma manera. Yoonoh comenzó a irse con algunas empleadas de la fábrica.

Taeyong comenzó a perder el gusto de verse bonito porque, según Yoonoh...

¿Cuántas veces debo decirte que no puedes verte bonito ni aunque pongas todo tu pobre empeño?

Hasta que llegó el lunes.

La familia Kim tenía un lindo hijo, Dongyoung. Estaba prometido a un hombre que no conocía a sus pobres diecinueve años.

El chico era tímido, así que estuvo con sus padres todo el tiempo. La mayoría de la gente eran los invitados de la reunión anterior; así que ahora se sumaban otros pares de ojos que lo miraban con burla.

Fue entonces cuando Taeyong se dio cuenta que aquella noche de la última reunión, Jaehyun se había ido para hacer un trío con esas dos rubias del final.

—Hola.

Una voz suave lo hizo girarse para ver al hombre que lo miraba y le había sonreído.

—¿A mí?—se señaló.

—A ti.—el hombre asintió con la cabeza y le tendió una fina copa.—Soy Yuta... ¿Tú?

—¿Por qué estás hablando conmigo?—Taeyong giró y quiso alejarse, pero la voz de aquel hombre lo detuvo.

—Porque hace tiempo que quiero hacerlo. Me pareces demasiado hermoso, pero he sido bastante tímido.

—Estoy casado.—murmuró Taeyong.

—Un chico casado puede tomar un café, ¿verdad?—el hombre le sonrió, bonita sonrisa de dientes blancos.—Soy Yuta, Nakamoto Yuta.

—Jung Taeyong.—y el joven bajó la mirada a la segunda copa, extendiendo suave su mano para tomarla.—Gracias.

—¿Te gusta el arte?—preguntó el joven hombre y Taeyong asintió—¿Has asistido a la obra de Life in Pink?—preguntó.—Amaría conocer al pintor Lee, ¿Tú no?

Y Taeyong sonrió, por primera vez, genuinamente.

—Sí, a mí también me gustaría.

—¿Te gustan las montañas?

—Sí, mis padres fueron de vacaciones el año pasado.

—Es muy lindo para hacer senderismo, ¿no crees?—y Yuta, sin siquiera saberlo, era el ganador de una sonrisa de blancos dientes.

matame lento  ─  jaeyong. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora