Capítulo 2 - El chico y la Adivina

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¡Segundo capítulo, amigos! Oigan, ayer me dormí a las tres de la mañana releyendo esta novela que tenía en el olvido. Les cuento que la tenía por debajo de Miradas del corazón y obvio de Destellos escarlata, no sé por qué la recordaba con poca fe en ella, ahora que la releo me doy cuenta de que es linda. ¿No sé si les ha pasado que leen una novela que escribieron hace mucho y hasta se sorprenden de lo que han hecho?
Bueno, no les quito más tiempo, voten y dejen su comentario porfis c:

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— ¿Les puedo ayudar en algo? —pregunté al llegar a la mesa.

 
Era el grupo de chicos que acababa de entrar en la cafetería. Al escuchar mi voz se interrumpieron de su divertida charla y una de las chicas que ahí se encontraban alzó la mirada.

 
— ¿Disculpa?

— ¿Puedo tomar su orden? — dije yo una vez más tomando la libreta que llevaba dentro de la bolsa de mi delantal.

— ¿Estás segura que no se te va a olvidar? — exclamó en tono burlón.

— ¿Qué?

No entendía por qué ese tono al dirigirse hacia mí.

— Olvídalo. Dile a Sherly que nos tome la orden — dijo ella, y sus amigos remataron con una carcajada general.

Me di vuelta completamente ofendida y fui hasta la barra con pasó decidido; ahí tras la barra, con un trapo en mano sacando lustro a unos ya de por sí bastante limpios vasos se encontraba Sherly, quien se volvió hacia mí en cuanto estuve a su lado.

— ¿Sucede algo? — preguntó curiosa al verme.

— Aquellos chicos quieren que les tomes la orden.

— Pensé que a eso habías ido tú — exclamó ella arqueando las cejas lo bastante para que casi se escondieron bajo su elegante fleco.

Sin  embargo yo no contesté, sólo me limité a encogerme de hombros y hacer como si nada de aquello me hubiera importado en lo absoluto. Pero a ella no podía engañarla, a veces pensaba que me conocía incluso más que mi propia madre.

 
— ¿Qué fue lo que te dijeron? — preguntó lanzando un suspiro de abatimiento que me demostró una vez más que se preocupaba por mí.

— No importa.

— No, claro que importa — repuso con tono energético mientras se cruzaba de brazos —. Sam, no puedes dejar que la gente vaya por ahí haciéndote sentir mal…

— No es algo que yo decida, Sherly…— empecé yo.

— Es que, Sam…

— Vamos, dame esos vasos… tú ve a atenderlos — dije casi en tono de súplica tendiéndole un mano para que me pasara lo que llevaba en las manos —. Por favor.

— Bien.

 
Sin decir nada más me puso un vaso en una mano y el trapo con el que los había estado limpiando en la otra, para después tomar su libreta e ir hasta la mesa en donde se encontraban aquellos chicos.

La observé ir hasta allá con su habitual paso decidido y su cabeza muy en alto, y a pesar de que les tomó la orden  no pude evitar que se dirigía a ellos con un tono frío e indiferente, siendo que ella siempre era muy amable con todos los clientes.

— Como lo supuse — exclamó una vez que volvió a la barra —. Una pandilla de tontos adolescentes.

Reí por lo bajo cuando esta pasaba por mi lado e iba hacia la ventanilla, donde Henry tomaba las ordenes y las preparaba en un santiamén.

Nunca te olvidaré (COMPLETA ✔️) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora