–Hey, Gon. –Al ver que el nombrado le puso atención, prosiguió. –Tenemos que irnos ya, el programa que hemos estado esperando comenzará pronto.
–Está bien, Killua. –Dirigió su vista de vuelta al resto de sus amigos, dándoles una gran sonrisa. –Nos vemos mañana, Kurapika, Leorio.
Y con eso, ambos chicos tomaron camino a la habitación del hotel en el que se encontraban. El albino abrió la puerta con su llave y el contrario entró, dirigiéndose inmediatamente al televisor para encenderlo y buscar el canal.
–Tenías razón, ya está por comenzar. –Habló emocionado, agitando las manos en el aire.
–Idiota. Te he dicho que no debes perder la noción del tiempo. –Salió de la cocina con una bolsa de frituras, y con su mano libre le dio un golpe en la cabeza a su amigo.
–Eso dolió. –Atinó a sobar la zona golpeada, lamentándose por lo bajo.
–Silencio, ya comenzó.
Estaban los dos sentados en el suelo, frente al televisor que transmitía el tan esperado programa. La luz apagada le daba ambiente, pues lo que estaban viendo parecía ser de suspenso y a la vez, acción. La bolsa de frituras se encontraba entre ambos, para así poder compartir como se debe.
A los ojos del par de amigos, era un momento tranquilo para lograr convivir. Al menos así lo fue por algunos minutos, antes de que la pesadilla de Killua comenzara.
En el anime había un chico, un tanto antisocial y psicópata. Sin amigos, sin nadie con quien contar. Un chico que no era feliz.
Killua se quedó perplejo ante tal personaje, pues de una u otra forma, se sentía identificado. Antes del examen de cazador, no era nadie. Vivía entre las sombras, donde tenía que matar personas inocentes para poder ser reconocido entre su familia. Así había sido educado.
Y la idea de tener que volver a hacerlo le aterraba.
Pero, gracias a Gon, logró salir de aquel abismo sin final.
Apretó las mangas de su playera, mientras mordía con fuerza su labio inferior, al punto de hacerlo sangrar.
Sabía lo que se venía.
Los recuerdos de aquel día de la última prueba en el examen de cazador aparecieron en su mente, tan frescos como si no hubieran pasado meses después de eso. El aura que su hermano mayor emanaba le seguía dando escalofríos, era alguien a quien le tenía miedo.
"Tú no necesitas tener amigos. Son un estorbo para un asesino. Si tuvieras, sólo los traicionarías."
Retuvo las lágrimas que amenazaban con salir de sus ojos y miró a Gon de reojo, estaba demasiado concentrado en el programa del televisor que no se había percatado de su inestable estado.
Eso en parte, le tranquilizaba, pues le daría vergüenza que lo viera así.
Tomó mucho aire por la nariz y lo soltó, repitió el mismo proceso varias veces, pero no sentía que le llegara el suficiente oxígeno a sus pulmones. Subió sus rodillas a la altura de su pecho y escondió su cabeza ahí.
"Tú eres un asesino, naciste para matar. No hay algo que realmente quieras. Te convertirás en un asesino profesional."
–¡Cállate de una maldita vez! –Gritó enfurecido a la nada, dando un golpe seco al suelo, haciendo que Gon se sobresaltara e inmediatamente se diera la vuelta para observarlo.
–¿Killua? –Notó su aura inestable, que hablaba mucho de su estado actual. Era demasiado confuso. Y le preocupaba. –¿Se puede saber qué te pasa?
Y lo ignoró. O más bien, no escuchó sus palabras. Todo era demasiado lejano a él, a su mente.
Cerró con fuerza los ojos y apretó los dientes con rabia, logrando que un hilo de sangre recorriera el lateral de sus labios. Estaba resentido por lo que su hermano le había dicho. Él sabía que no siempre sería un asesino, pero tal parecía que las palabras de su hermano no podía sacarlas de su cabeza.
Le dolía ser tan débil e inestable. Tener que vivir en el pasado, sin superar sus traumas.
Estaba a punto de comenzar a gritar de la desesperación hasta que sintió unas manos tomándolo de los hombros y agitando suavemente su cuerpo.
–Cálmate, Killua.
Alzó la vista, anonado por la acción y las palabras provenientes de su amigo, sin poder visualizarlo bien debido a las lágrimas. Gon hizo que estuviera totalmente sentado en el suelo, mientras él estaba de rodillas en el espacio entre sus piernas. Tomó la cabeza de Killua para recargarla en su hombro mientras acariciaba la espalda impropia, en un intento de consolarlo.
–Killua. A decir verdad, no sé qué te sucede, no sé qué hacer o cómo ayudarte en este tipo de situaciones, no es la primera vez que pasa. –Acarició con lentitud esta vez los cabellos albinos. –Pero quiero que sepas que aquí estoy contigo, ¿sí? No estás solo. Ya no más. Te protegeré de todo lo malo que te sucede, o al menos lo intentaré. –Rió nervioso.
–Gon... Idiota. No digas esas cosas, me da vergüenza. –Bajó la mirada avergonzado. Gon, al contrario de él, siempre era así de directo, como si nada.
–¿Ves? ¡Ya estás mejor! –Se separó de él y le sonrió en grande. –Me alegra que ya lo estés. –Volvió a abrazarlo y esta vez con euforia.
–Supongo que sí, sólo... Lamento preocuparte. Muchas veces pienso cosas que no debería, es algo tonto. –Murmuró con inseguridad mientras temblaba un poco de la impotencia.
–Tus sentimientos no son tontos, Killua. –Quiso golpearlo pero se retuvo. No era el momento, así que más tarde lo haría.
Notó como el adverso se estaba tranquilizando, así que decidió invertir posiciones. Esta vez, Gon se encontraba sentado en el suelo y Killua estaba acurrucado en su pecho, buscando la protección que tanto necesitaba.
El pelinegro tomó una manta que se encontraba en el sofá y la colocó sobre el pequeño y frágil cuerpo de su amigo, para después seguir abrazándolo con todo el cariño que le tenía. El albino solo se acurrucó más en él.
–Estarás bien, mientras estés conmigo será así. ¡Te protegeré, Killua! ¿Me dejarás hacerlo?
–Gon. –Lo llamó, en un tono abochornado que le pedía parar. –Me da vergüenza...
–¿Eso es un no? –Infló las mejillas en una mueca de disgusto.
–Tonto. –Suspiró. –Haz lo que quieras.
Y con esas palabras, el de cabello puntiagudo volvió a su estado energético de siempre. Una resplandeciente sonrisa se asomaba por todo su rostro.
A pesar de que Killua se sentía abrumado y avergonzado por todo lo sucedido, atesoraba el momento. Por primera vez en mucho tiempo, se sentía querido, protegido. Porque siempre tenía que vivir entre las sombras, mirando todo desde lejos, no siendo nadie en la vida, mas que un asesino insignificante.
Pero su gran amigo, Gon, logró sacarlo de ese pozo sin fondo, de esa agonía que no sabía que sufría.
Gon Freecs lo salvó de la oscuridad. Y ahora, de sus repetidos ataques de pánico.
Lo adoraba, lo quería. Se sentía bien con él ahí. Podrían pasar mil cosas, mil peleas a muerte y nada le dolería más que perderlo.
Así que esperaba tenerlo ahí con él por un largo tiempo.
----------
disculpen si hay faltas de ortografía o de coherencia, lo estuve escribiendo en diferentes días y se me iban las ideas. :[
gracias por leer. !!

ESTÁS LEYENDO
These nights. [Killua x Gon]
FanfictionPorque Gon es el soporte de Killua en sus ataques de pánico. ⚠️:: TW ! ansiedad psicológica, traumas, posible depresión.