22 | Sabor agridulce

28.7K 3.8K 11.6K
                                    

22 | Sabor agridulce

Holland

Dos semanas después de haber sido humillado frente a sus socios de la discográfica, Jeff rescinde su contrato con los chicos.

Ese mismo día, Incondicional alcanza medio millón de reproducciones en YouTube, justo unas horas antes de que anunciemos el estreno de Todo lo que nunca te dije. Harry y yo nos pasamos días trabajando en los vídeos y la profesora de Fotografía nos asegura que tendremos una buena nota en el boletín. Y, a mediados de diciembre, cuando las calles comienzan a iluminarse con los adornos navideños, los chicos por fin reciben una llamada del gerente del Club Unique, que se muere por escuchar en directo a la banda que está revolucionando Internet.

Así es cómo 3 A. M. empieza a brillar con más fuerza que nunca.

Y, cuando queremos darnos cuenta, la gran noche ha llegado.

Es sábado y las afueras del club están a rebosar de universitarios que buscan desesperadamente escapar del estrés de los exámenes. El frío de invierno nos cae encima, calándonos hasta los huesos. Si hubiéramos llegado antes, seguramente ya estaríamos dentro con los chicos, pero hemos sufrido un contratiempo y ahora estamos casi últimas en la fila, con casi cincuenta personas por delante de nosotras.

Y con «contratiempo» me refiero a que Chloe no sabe usar el transporte público. Nos ha hecho coger un autobús en dirección contraria que casi nos lleva hasta la otra punta de Londres.

—Darle pataditas al suelo no hará que entremos antes —me dice, al ver cómo golpeo nerviosamente las baldosas—. Relájate. Llegaremos a tiempo.

—Los chicos tocan en veinte minutos.

Hace un gesto para restarle importancia.

—Detalles.

La miro con mala cara. Está guapísima esta noche, con esos vaqueros estampados ajustados y ese top que deja sus hombros al descubierto. En otra ocasión se lo diría, pero ahora solo tengo ganas de regalarle un jodido mapa de Londres para que se lo estudie.

Esta noche es importante para los chicos. No podemos perdérnosla.

—Nos van a matar —murmuro, pasándome las manos por la cara con exasperación. Estamos tan atrás que es totalmente imposible que lleguemos a tiempo para verlos actuar.

Chloe hace una mueca.

—Bueno, míralo por el lado bueno: ¡no tendremos que hacer más exámenes!

En definitiva, pasar tanto tiempo con Finn está empezando a afectarle.

Desesperada, saco el móvil y compruebo que Alex me ha escrito varios mensajes preguntándome dónde estamos. Le avisaría para que viniese a por nosotras, pero sé que es un manojo de nervios antes de los conciertos y no quiero empeorarlo. En su lugar, tecleo un mensaje rápido para Mason y Blake, pero tienen los móviles apagados.

—¿No tendrás un chicle? —me pregunta Chloe—. Me ayuda a lidiar con el estrés.

—No, claro que no tengo... Espera un momento, ¿ese no es...?

—¡Finn! —chilla una chica a unos metros de nosotras, codeando a sus amigas—. ¡¡Chicas, es Finn!!

Está tan emocionada que parece que vaya a desmayarse. Chloe y yo la miramos como si fuera una alienígena. Venga ya, ¿en serio?

Al otro lado de la calle, Finn da un respingo, se ajusta la capucha y aprieta el paso, seguramente queriendo no llamar la atención. Va directo hacia la puerta, así que agarro la mano de Chloe y la arrastro sin pensármelo para que corramos tras él. Casi se tropieza con los tacones, pero no le doy importancia.

Dímelo cantando | EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora