Muerte

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Después de las palabras de Oda, Dazai no se marchó. Aún después de que su corazón dejara de latir y su cuerpo se hiciera frío; Dazai se quedó.

En esos momentos él aún no podía dejarlo ir. Fue media hora en la que pasó ido; arrodillado en el suelo y aún manchado de sangre, viendo fijamente la mano sin vida de Oda. Con lentitud estiró su mano y la tomó, estaba fría tal y como supuso. Lo próximo que hizo fue llorar, luego de haber pasado años sin hacerlo ahora lo hacia.

Sabe que el tiempo que pasó llorando fue demasiado.

Mori había mandado a Chuuya por él; cuando vió que su mano derecha aún no volvía de aquel campo de batalla.

– Asegúrate de que este bien, sacalo de ahí. Después manda al equipo de limpieza.

Esas fueron sus órdenes, las que fueron respondidas con un "sí, jefe".

Cuando Chuuya llegó al lugar, Dazai seguía llorando. Lo escuchó cuando apenas estaba entrando en el sitio pero pensó que quizás era alguien más; porque no podía concebir a la idea de que quien lloraba tan desgarradoramente era Dazai.

Dazai, el chico calculador y de mente fría, quien podía llegar a ser un monstruo sin alma.

Dazai, quien parecía un títere vacío y sin vida.

Dazai, quien siempre sonreía con cinismo y superioridad; quien siempre de alguna manera llamaba tontos a los de su alrededor.

Dazai, quien no tenía sentimiento alguno.

Quizás esas fueron las razones para que Chuuya desarrollara su odio hacia él, simplemente porque no parecía humano. Porque Dazai siempre parecía estar insistiendo en que podía con todo cuando solo era una mentira. Lo detesto por eso, pero solo se dió cuenta meses después de que él se marchara.

Chuuya no supo como reaccionar en el momento, lo único que atinó a hacer es poner una mano en su cabeza en señal de apoyo y en un intento en vano por calmarlo. Tal vez su corazón se encogió al oirlo sollozar porque siempre fue alguien emocional e impulsivo.
Después de no más de un minuto Dazai dejó de llorar de golpe. Lo siguiente que hizo fue bajar más su cabeza y apartar la mano de Chuuya con brusquedad para después caminar hacia la salida como si nada hubiera pasado, cosa que molesto al pelirrojo. Quiso golpearlo.

– Me voy.

Es lo último que había dicho Dazai y aunque él hubiera querido que su voz hubiese sonado firme, más bien sonó cansada y rota.
Chuuya no pensó que con esas palabras se estaba refiriendo a dejar la mafia y no simplemente dejar el sitio en donde estaban en aquellos momentos.

Está claro que, jamás volvieron a tocar ese tema.

Chuuya lo había odiado por dejar la mafia, por dejarlo a él, de manera egoísta. Nakahara no había abierto un vino para celebrar, no. Había abierto un vino para ahogar sus penas y para borrar de sus recuerdos aquellos sollozos, para borrar a ese Dazai vulnerable y humano que vió porque eso no le permitia odiarlo como quería.

Después entendió, que no había sido una acción egoísta. Osamu Dazai al final no pertenecía a un sitio tan oscuro como ese.

Chuuya entendió que de toda la situación; él había sido el único egoísta.

Ahora va a la tumba de Odasaku en secreto, a preguntarle cómo puede acercarse a Osamu y sin recibir respuesta alguna.

El viento es el único que ve como se rinde sin haberlo intentado.

Lágrimas [Odazai-Soukoku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora