Capitulo 4

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El conductor se sentía más asustado, no sabía que hacer, se pellizca varias veces para que se despertara y que todo fuera solo una pesadilla. Lamentablemente no funcionaba, luego empezó a escuchar pasos que se dirigían hacia él, retrocedió con mucho miedo, pero aquella figura se acercó a él y se paró enfrente, estaba con una gran túnica negra y con una gran capucha puesta, y en una de sus manos sostenía una hoz.

— T-Tú...¿eres el último espíritu?...

Aquel espíritu se quita la capucha y mira fijamente a Tulio, mostrándose que era Juan Carlos Bodoque, solo que una mirada más agresiva.

— ¡si! Estás en lo correcto...

— ...te pareces mucho a Juan Carlos -dijo para luego recibir un golpe en la cabeza por la guadaña de parte del fantasma- ¡ay!

— ¡no me compares con otros mortales! -gritó molesto-

— ¿qué me vas a hacer? -tartamudeó asustado- ¿vas a matarme?

— ojalá...pero antes...-hace aparecer una esfera, que al parecer en su interior tenía una gran neblina de color gris- acércate...

Tulio se sentía nervioso, pero aún así se acercó y miró atentamente aquella esfera, el interior se había empezado a aclarar, viéndose a Juanín, viviendo ahora en un pequeño apartamento, pero este en vez de estar ordenado, estaba completamente sucio, mientras que el albino estaba con la mirada perdida, como si un trauma le hubiese dado.

— ¡Juanín! ¡¿Qué te pasó?!  -exclamó preocupado-  ¡Juanín! ¡¿Cómo puede ser que llegaste a eso?!

Luego la imagen cambió, ahora estaba Juan Carlos Bodoque, quien se encontraba en las calles de Titirilquen, con la ropa maltratada, lleno de golpes, sin una de sus orejas y con solamente un ojo, caminaba de manera temblorosa con notorias ganas de caer inconsciente.

— ¡Juan Carlos, amigo! ¡¿quién te hizo esto?! -mira al espíritu- esto no pasó, ¿verdad? ¿Por qué pasaría?

—niega— tu estúpido narcisismo los llevó a todos a tu alrededor llevar una vida miserable -dijo para luego mostrarle varias imágenes de los demás funcionarios, Mario Hugo vivía en la calle con sus perros en el frío, Patana era llevada de vuelta a Montaña Bazofia, Policarpo era tratado mal en su nuevo trabajo, los tramoya buscaban trabajo desesperadamente pero nadie los aceptaba, de pronto aquella neblina salía de la esfera y aparecía alrededor del conductor para luego mostrarse a todos los funcionarios acercándose a Tulio con una mirada seria-

— ¡basta! ¡No quiero seguir viendo más! -gritó cerrando los ojos y tapándose los oídos- ¡ya no quiero este sufrimiento!

— lamentablemente es una carga que tendrás que cargar, Tulio...-mencionó Juanín-

— por comportarte de una manera horriblemente egoísta -dijo Juan Carlos-

— ahora enfrentarás las consecuencias -agregó Patana-

— ¡no! ¡basta! ¡Me dolería mucho la espalda en cargar todo eso! -ve al espíritu quien se reía de manera muy burlona- por favor... ¡Ya entiendo lo que debo hacer!

— mm...¿de verdad? -chasquea los dedos haciendo que aquella neblina desapareciera junto a las imagenes de los funcionarios, los fantasmas anteriores aparecieron detrás de él mirando al conductor- ¡entonces dilo idiota!

— me preocupan mucho mis amigos, no soportaría verlos teniendo esas vidas, ¡Bodoque es un apostador pero es buen amigo y el mejor periodista, Juanín es torpe pero el mejor productor que tenemos! -se limpia sus pocas lágrimas-...y ahora entiendo lo que haré, algo que evitará que todos y cada uno no tenga ese futuro

— si...-dijeron los espíritus al unísono-

— ¡y lo que debo hacer en este momento es...!

— ¡si!...

— ¡aumentarles el sueldo para que tengan mucho dinero y no tengan esas miserables vidas! -sonríe orgulloso-

Los espíritus se quedaron callados con una mirada seria.

— bueno, algo es algo -dijo el espíritu de las navidades pasadas-

— cierto, pero aún así -hace aparecer tres bates de beisbol- hay que pegarle...

Los tres agarran los bates, Tulio los mira confundido, en eso entre los tres le dan un buen golpe a Tulio, haciéndolo quedar inconsciente.

Fin del capítulo

Los Fantasmas de Tulio •31 minutos•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora