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El soplo de una respiración en mí nuca me despertó, era un viento medianamente fuerte que provenía detrás de mí

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El soplo de una respiración en mí nuca me despertó, era un viento medianamente fuerte que provenía detrás de mí.

Abrí los ojos lentamente y mí visión se posó en el ventanal, que me saludaba como burlándose al dejar entrar los molestos rayos del sol. Claro, se nos había olvidado bajar las persianas anoche.

No sabía qué hora era pero sospechaba que eran al rededor de las ocho de la mañana, que es cuando mí reloj biológico hacía su magia y se encargaba de arrebatarme de mi profundo sueño.

Otra vez ese pesado viento chocó en mí cuello, así que volteé a revisar.

Lamento decirles que sonreí embobado.

Unos largos cabellos alborotados me sorprendieron, así que me dediqué a peinarlos y a acariciarlos con la punta de mis dedos.

Ella se removió y sus ojos se abrieron despacio.

Incluso con aquellas marcas de las líneas de la almohada puedo afirmar que era el ser mas hermoso que mis ojos hayan podido observar.

Yeji me sonrió dulce, aún adormilada. Procedió a cerrar los ojos con fuerza y a estirase aún debajo de las mantas.

—Buenos días —besé su mejilla y ella rió.

—Buenos días, cepilla tus dientes antes de besar a tu novia.

—Estoy seguro de que a mí novia no le importa mi mal olor de las mañanas.

—Piensalo de nuevo entonces.

Se sentó en la cama lentamente, pero antes de salir completamente besó mí mejilla tal y como yo lo hice. Se separó con una sonrisa de labios cerrados y se terminó de levantar.

Se hizo un moño más ordenado con su cabello y desapareció de mi vista cuando cruzó la puerta del baño.

Sin poder evitarlo di un suspiro embobado y puse las manos detrás de mi cabeza observando el blanco techo sobre mí.

Despertar así era una de los mejores regalos que podría llegar a pedir. Ver a la mujer que amo todos los días; tener unos mejores amigos que me acompañan en las buenas y las malas; tener mi empleo deseado y un buen apartamento a mi nombre.

Se sentía bien estar tan bien.

Mi vida era perfecta, no pediría nada más para cambiarla. Podrían pasar, años, décadas, incluso mis últimos momentos respirando oxígeno para convertirlo en dióxido de carbono, y yo afirmaría que no cambiaría nada.

—Beom, apura. Llegarás tarde de nuevo.

Me estiré hasta sentir mis músculos destensarse y relajarse, y me preparé mentalmente para lo que me depararía este día.

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Era la hora del almuerzo, así que se levantó de su silla y salió de su oficina para acercarse a la de su compañero y amigo.

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⏰ Última actualización: Jun 26, 2021 ⏰

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