-¿Vas cómoda?-Le pregunté a Rose que era la única que quedaba por llevar a casa, la vi de reojo, estaba sentada en el asiento del copiloto.
-Estaría más cómoda en casa, está apunto de llover- Parecía molesta y distante, sólo veía por el vidrio, ¿en qué pensará tanto?
-Hablando de lluvia... Parece que tendremos que quedarnos aquí hasta que pase.- Empezó a caer la lluvia, no mentiré diciendo que no tenía miedo, lo tenía, pero vamos, una chica estaba sentada en mi Porsche, no podía parecer con miedo, además, tenía que persuadirla.
-Carajo.- Golpeó su pierna derecha con la palma de su mano.- No sé qué es más molesto, si estar contigo, o estar atrapada en la lluvia.- Me fulminó con la mirada.
-Quizá estar atrapada conmigo y la lluvia.-Le sonreí pícaramente, quise hacer el momento más cómo, pero no funcionaba. Vamos, Rose, no eres tan santa como pareces. -Y, ¿Qué te trajo a enlistarte?- Quise hacer conversación mientras buscaba un lugar para refugiarnos de la lluvia.
-Métete a ese puente.- Rose me leyó la mente, justo me dirigía ahí.
-Entonces...- Insistí.
-¿Qué te interesa?- Respondió de una manera grosera y descortés.
-En realidad no me interesa, sólo quería hacer conversación ya que estás en mi auto.- Repliqué.
-Bien. Fue obra del destino.- No parecía contenta.- ¿Qué hay de ti?- Me miró interesada.
-Fue obra del destino...- Ahogué mis palabras. En realidad no había sido obra del destino, pero eso no le interesaba a ella.
-¿En serio? Yo había escuchado algo diferente.
-¿Qué escuchaste? ¿Que estoy dentro de un grupo de terroristas que quieren sólo su bienestar sin importar la pérdida de toda la raza humana y tumbarán la nave para adueñarse del liderazgo y hacerlo esclavos a ustedes, los simples mortales?-Lo dije mientras la miraba fijamente y me acercaba a su asiento para terminar con una sonrisa sarcástica.
-Ah... No.- Vi que volteó la mirada, quizá mi broma no le había gustado.- Que tus padres te enlistaron.
-Ah.- Me incorporé en mi asiento.- Sí, fue eso.- Hubo un momento de silencio incómodo.- Mira. la lluvia está cesando, te llevaré a casa.- Arranqué el auto.
Durante todo el viaje no dijimos más nada, se había vuelto mudo todo a nuestro al rededor, sólo se escuchaban las últimas gotas de lluvia que chocaban en el para brizas y techo del auto.
-Es aquí.- Apuntó Rose a una casa blanca con cobertizo de madera mientras si desabrochaba el cinturón de seguridad.
-Sólo espera a que se calme más para que te puedas bajar sin riesgo.- Le dije mientras sostenía su mano del cinto para detenerla. La miré y me miró fijamente. Nos quedamos así por un par de segundos- ¿Quieres besarme?- Le dije abruptamente para intimidarla, pero seducirla al mismo tiempo.
-No te besaría aunque fueras el último hombre en la tierra.- Me arrebató su mano para finalmente salir del coche y azotar la puerta.
-¡Te veo mañana!- Reí y la vi caminar hasta la entrada de su casa.
Traté de manejar lo más lento posible hacia casa, no quería llegar. Guardé el auto en el cobertizo, lo cubrí con una manta y le puse candado a la puerta, era la última vez que iba a manejarlo. Entré a casa y justo cuando cerré la puerta cuatro patas se echaron encima de mí.
-También me da gusto verte, Frankenstein.- Acaricié a a mi amigo peludo, es un boyero de Berna, mis padres me lo regalaron al cumplir 10 años, tengo 13 años con él.
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Impostor.
Ciencia FicciónHemos estado buscando alternativas para salir del planeta tierra, no sé muy bien qué sucede, estoy asustada y los líderes no han dicho mucho sobre lo que pasa aquí. Sé que tenemos que salir de la Tierra porque pronto no podremos habitarla, nos están...